Los nuevos talibanes

Cada vez huyo más, creo que siempre he huido, de aquellos que se proclaman y quieren que todo sea perfecto. Durante mucho tiempo he convivido con alguien al que molestándole mucho ese tipo de personas, sin saberlo quizá, pretendía lo mismo. Lo peor es que no era a los demás a quién exigía la perfección, sino a sí mismo y claro nunca la encontraba y se sentía culpable, orgullosamente culpable de no ser perfecto.

Por eso se ha puesto a temblar al leer lo siguiente:

- Hay alguien en este país de ‘vagos y maleantes’ que se levanta todos los días a las siete de la mañana , hace militarmente diarios ejercicios de flexiones y estiramientos, desayuna como mandan los cánones dietéticos, mientras un chófer le espera pacientemente para llevarla a su lugar de trabajo. Es la primera en llegar al despacho y la última en abandonarlo, anda a paso ligero y da por terminada su jornada laboral a las 10 de la noche. El poco tiempo libre del que dispone lo emplea en dar paseos por el Retiro o por el Jardín Botánico, entre flores y árboles familiares o exóticos. Los fines de semana puede vérsela haciendo ‘trekking’ por la Sierra madrileña o aprovecha el verano para asomarse al Kilimanjaro.

Esta señora en cuyo currículo está un título de ingeniera industrial por la Politécnica de Madrid al tiempo que se licenciaba en Económicas por la Complutense de Madrid, que ha pasado por la Secretaría General de Comunicaciones, que fracasó en el proyecto Hispasat, Directora de Lenci Consulting, Consejera Delegada de Vallermoso Telecom, Presidenta de 11811 Nueva Información Telefónica (filial de Telegate AG) y miembro del Consejo de Administración de Abertis Telecom., según el currículo del propio ministerio que dirige, con fama de exigente, tenaz, ‘incapaz de dar un paso atrás’ en lo que se propone, a la que ‘le pierde la soberbia, cuanto más se equivoca mejor’ según una antigua compañera, ‘una gran batalladora’, según uno de sus profesores.

Esta persona que no fuma ni ha fumado nunca, no come carne, hace yoga, pilates y natación, que se ufana de beber como mucho “tres o cuatro copas de vino al mes”. Este modelo de ‘perfección’ – no sé si lo han adivinado ya – es nuestra ministra de Sanidad, doña Elena Salgado Méndez, orensana de 56 años, debeladora de todos los males y vicios que convierten a este pueblo en gente floja, blandengue, indolente, que holgazanea en las barras de los bares, en las terrazas de las cafeterías o en fiestas populares , una España de ‘charanga y pandereta’. Esta monja alférez o sargento sanitario ha decidido borrar de este país los malos humos, los colesteroles y todos los vapores alcohólicos que contaminan nuestros cielos.

A mi amigo, este currículo le asusta, esta rigidez no sé si militar o monástica, le espanta. Todas las perfecciones le dan miedo, no sabe de qué huyen estos perfectos que no contentos con castigarse a sí mismos con tantas rigideces quieren encima imponérselas a los demás. Pero desde que decidió ser algo imperfecto, algo más humano, para admitir los propios errores, aunque ya admitía los ajenos, no puede de dejar de preguntarse qué esconden todos los autoritarios, todos los talibanes, todos los pontífices, todos los dictadores o los que se les parecen...

¿Por qué querer intervenir en asuntos que corresponde a otros 'equivocarse' ? ¿A qué tanto celo por nuestra salud? Y puestos ya a erradicar todos los males ¿por qué no atacar las raíces y no querer andarnos por las ramas o pretender empezar la casa por el tejado? Ya sabemos que nuestros/as mandamases necesitan 'soluciones' que sean visibles en períodos no superiores a 4 años. Prohibir es realtivamente fácil, educar, conducir, animar, es mucho más difícil y a veces no es fácil ver los frutos , porque no se puede impedir que el hombre siga siendo un zoquete libre.