La historia callada de los ‘silenciosos’ ( Douce )

“La mayor declaración de amor es la que no se hace;
el hombre que siente mucho, habla poco.” Platón

Habrán notado, al menos eso espero, que hace tiempo que no digo ni mu. Mi silencio pueden deberse a varias causas, quizá una de ellas porque el dueño de este blog no hace más que largar y no me deja sitio, otra porque sólo hablo cuando creo que tengo algo que decir y no, como otros, que creen que por mucho hablar tienen la impresión de decir algo. Yo que soy una perrita muy leída y sobre todo observadora, me conozco muy bien el refranero , me fijo en las personas y no puedo más que corroborar eso del que “mucho habla, mucho yerra” . Hay muchos que hablan para no decir nada, basta con que lean los periódicos. Y ya puestos a ser prácticos , a veces me aplico aquel dicho que dice “oveja que bala...”. Pongan perrita en lugar de oveja y sabrán por qué en algunos momentos importantes callo, además a mí de pequeña me enseñaron, algo que otros que conozco no hacen, que no se habla cuando se tiene la boca llena.

Refranes y dichos aparte, si no hablo a menudo es porque este mundo lo hacemos de verdad los ‘silenciosos’. A veces los hombres en su vanidad creen que la historia la han hecho los hombres que aparecen en los libros, aquellos cuyas vidas se encuentran en las historias y no es cierto, o al menos no es cierto del todo. Hay nombres que aparecen en los libros y en las enciclopedias que deshicieron y retrasaron el curso de la historia del mundo más de que lo que ellos , su vanidad, su orgullo o su tontería creían. La historia de verdad no la hicieron los que después escribieron, o les escribieron, sus guerras y proclamaron las batallas ganadas o perdidas, los que de verdad las ganaron , dejando sus vidas, fueron aquellos que no les quedó tiempo de contar sus heroicas miserias.

Pero no es mi estilo ponerme tan filosófica . Quizá algún día escriba la historia de mis perros favoritos y no serán los que ganaron trofeos y premios sino los que dieron la vida por sus amos. Un día ya conté en mi ‘libro’ la historia del que yo llamo “San Perro Amarillo”, un perro perseguido y llevado a la pira por la Inquisición al no hallar en casa a su amo al que le acusaban de hereje y alquimista. Fue conducido a la hoguera poniéndole el sambenito con el que eran condenados los ‘herejes’. Allí tuvo que aguantar en silencio, ante la plaza de Antequera (México) abarrotada de curiosos e imbéciles, toda esa estúpida ceremonias con las que adornan los que se creen ‘sabios’ sus crueldades. Les copio de mi libro:

“ Una vez llegados ante la pira, el fiscal del Santo Oficio,¡ dios qué oficio tan malvado! leyó la inquisitorial denuncia que mi amigo escuchó sin entender ni una papa, la mirada perdida y asustada . Sólo oyó el principio " Cristo nómine invocato, fallamos... " Y el final: "Y por esta nuestra sentencia definitiva juzgando así lo pronunciamos y mandamos en estos escritos ".

Terminada la lectura de la sentencia, colocaron la efigie de D. Pedro de Oliveira y Badillo (su amo) y a mi amigo en la pira, y el fiscal dio la orden de encender la hoguera. Mi compañero trataba inútilmente de librarse de la cadena que lo ataba. Impotente, lanzó un espantoso y prolongado aullido, como si con el mismo tratara de pedir al dios de los perritos justicia ante tanta barbarie, dicen que humana. durante muchos años , hasta que el cura de Jalatlaco exorcizó aquel lugar , se oía aquel siniestro y prolongado aullido al filo de la media noche y aparecía la figura del mastín llenando de miedo y de zozobra a los moradores del contorno. Y por tal razón llamaron a esa esquina "El Perro Amarillo". ( 'Las cosas de Douce')

No era esto de todas las maneras lo que quería contar hoy, pero como siempre, me he liado. Lo que quería decir , lo haré otro día, es la de cosas que hago yo con mi silencio. Se quedarán pasmados de la cantidad de afecto, de tranquilidad, de liberación que yo consigo para todos los que me rodean sin decir una sola palabra. Ahora les dejo porque vuelvo a mi rincón favorito, sin rechistar, hasta que llegue la hora de mi paseo. Y ya saben, hablen poco, quieran mucho, y no vayan por ahí predicando lo ‘buenos’ que son. Dejen eso para los políticos.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
linda Douce; mientras leo en voz alta tu historia callada de los 'silenciosos', me acompañan Oso, Rata, Lucas y Bilbo y todos ellos comentan... "cuanto sabe esta Douce"
Bicos grandes
Douce ha dicho que…
Hola Pilar,

Di a Oso, Rata, Lucas y Bilbo que además de sus nombres me gusta que te acompañen. También les dices que lo verdaderamente importante que sé es lo que saben y hacen ellos: acompañar, querer, comprender, obedecer y de vez en cuando , hacer mi santa voluntad, porque también tenemos derecho. Además como es 'santa' no hacemos daño a nadie.

Besos cariñosos para todos

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