Un premio para el coraje y el humor desengañado: Amos OZ

Pues parece ser que hoy tiene lugar la entrega de los galardones de los Premios Príncipes de Asturias.En esta isla no se es muy amigo de ceremonias, discursos, fastos y demás parafernalia, así que se prescindirá de ello. Una vez más, el bosque no permitirá ver a los árboles, y los flashes y las cámaras nos hurtarán lo esencial.

Entre las varias preguntas que se hace el Náufrago que hasta hoy, hay que decirlo, no se había enterado quiénes eran los galardonados en las diversas áreas es la de que, según lo visto en los periódicos, si sólo había un galardonado. No sé , si, sin pretenderlo, una metedura de pata del señor Rajoy y de su famoso primo, han concedido un relieve especial a un tal señor Al Gore que con eso del ‘cambio climático’ está haciendo su octubre.

El Náufrago no va a entrar en esa polémica, para no alimentar más la simplicidad mediática que todo lo reduce a una frase. No tiene interés ninguno en seguir ese camino. Ha preferido enterarse un poco más por todos y cada uno de los homenajeados. Ha procurado informarse de lo que cada uno ha aportado al mundo de la ciencia, de la literatura, de la música, de la comunicación, de las humanidades o de la concordia y se ha interesado un poco más por aquellos cuyo mundo le es más afín.

El que más interés personal ha suscitado es el escritor israelí Amos Oz. Había leído algo de él, su personalidad y su manera de escribir le seducen. Le gusta por lo que intuye que es, por lo escribe y por lo que dice, con sencillez, sinceridad una nota de peculiar humor y escepticismo. Le encuentra afín en los personajes que describe: Fima que ‘es como un niño, tiene la inocencia que también le procura mucho éxito con las mujeres’. Y añade: “Todos podemos tener un niño dentro, sólo que algunos optan por matarlo y otros prefieren mantenerlo vivo”.

De todos modos, no sé si esto de conservar la niñez es una preferencia o una necesidad que algunos sienten. También al Náufrago le interesa su humor, el humor para poderse reír de todo, empezando por sí mismo: “Nunca he conocido a nadie que sepa reírse de sí mismo que sea un fanático… Daría un brazo por inventar esas pastillas y ganar con ello el premio Nobel de medicina, no el de literatura. No me fío de esa gente que camina como un signo de exclamación”.

Al Náufrago le hubiera gustado hablar de otros galardonados, pero haría esto demasiado pesado y ya lo es, bastante. Así que se contentará con tener un recuerdo agradecido a otro de los premiados, de Bob Dylan, y repasar la letra de sus canciones para recordar aquello de:
“How many roads must a man walk down
Before you call him a man?
Yes, 'n' how many seas must a white dove sail
Before she sleeps in the sand?
Yes, 'n' how many times must the cannon balls fly
Before they're forever banned?
The answer, my friend, is blowin' in the wind,
The answer is blowin' in the wind.”

¿Cuántos caminos tendremos que seguir pateando, antes de que podamos llamarnos “Hombre”?/ ¿Cuántos mares tendrá que surcar una paloma blanca, antes de descansar en la arena? / Sí, ¿ cuánto tiempo necesitarán las balas antes de desaparezcan para siempre…?

No sé si el viento se llevará alguna de las respuestas.

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