Meditaciones fúnebres de un Náufrago…

ÁNIMAS Y CALABAZAS

Que quiera o no, llegados estos días finales de octubre y primeros de noviembre que tienen para él resonancias de ánimas y de muertos, el Náufrago no puede evitar pensar en unos ritos y celebraciones que nunca acabó de entender del todo. Con la edad, los recuerdos de la infancia se hacen más vivos y es como si resucitaran viejas emociones, que a lo largo de la vida fueron quedando relegadas al armario del olvido.

Lo que más desconcertaba a su niñez, encubierta de sombras y de luces era la ambigüedad de estas fiestas. La noche donde todo eran ‘ánimas benditas’, muertos y resucitados que poblaban pasillos y habitaciones, preces, responsos, campanas… ¡Ay el toque fúnebre de campanas de aquella noche en que todos los muertos dejaban el silencio de sus tumbas para inquietar a los olvidadizos vivos! Todo olía a crisantemos, a buñuelos, a ‘huesos de santo’, a fríos y oscuridades otoñales. El cementerio pasaba a ocupar un primer plano y era un nervioso pasear en busca de una tumba, un cuajar de flores, un limpiar de lápidas como si todos los difuntos reprocharan a sus familiares el abandono de su fría soledad y les citaran todos los años, allí, los mismos días , a las mismas horas.

Aquellas tinieblas hechas de rezos - "una flor sobre su tumba se marchita, una lágrima sobre/ su recuerdo se evapora / una oración por su alma, la recibe Dios"- visitas, sonar interminable de campanas, ocupaban todo el espacio emocional. Aquel chaval no veía por ninguna parte la alegría que se supone quería significar aquel día, que religiosamente pretendía ser festivo, ascendiendo a los cielos de ‘Todos los Santos’. No sé qué hispana realidad hacía que la ‘alegría celestial’ brillara por su ausencia. Se diría que la fiesta de verdad, macabra fiesta, era la de todos los ‘Fieles difuntos’. ¿Qué oscura fuerza nos succiona con tanta intensidad hacia la muerte? Una muerte que nada tenía de reposo, de calma, de final de un trayecto. Todo era lúgubre, lloros, temores, miedos, seres purgatorialmente animados… ¿No habían sido suficientes los trabajos y fatigas de la vida, también sus satisfacciones, para que las ánimas debieran ‘purgar’ sus ‘culpas’ en inlocalizables purgatorios? ¿Por qué algunas religiones subrayan tanto la noción de culpa, de pecado, de purgación y de infierno? ¿Por qué ese interés en mantener encogido al hombre, en un afán de tenerle sometido?

De nuevo, Náufrago, te has ido por cerros que no estaban en tu mente recorrer. Si tú querías hablar de cómo aquellas viejas costumbres , poco a poco van siendo sustituidas por foráneos modelos… Soprenderte al ver cómo los muertos de antaño han dejado su paso a calaveras, calabazas agujereadas, brujas a lomos de escobas cibernéticas, fantasmas ensabanados, zombies, esqueletos, dráculas, vampiros, muertos vivientes, vivientes semovientes... salen de los armario del terror para tratar de suscitar artificiales miedos… Si lo que pretendías era abominar de cómo las gentes son manejadas, antes por las iglesias, ahora por las leyes arrolladoras de la estupidez y del consumo, podrías haberte ahorrado los fantasmas de antaño y decir que también aborreces las pantomimas de ahora.

Pero la vida no la haces tú, Náufrago de pacotilla, la vida, como te descuides un poco,
te la seguirán haciendo.

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