La Casa de la Salina (Palacio de Fonseca)

BRUJULEANDO POR SALAMANCA

Reza el dicho popular que el que quiera aprender vaya a Salamanca. El Náufrago estudió en su docta Universidad, hace ya bastante tiempo. Que aprendiera o no, ya es otro cantar que no vamos a entonar ahora. Lo que sí es cierto es que cada vez que vuelve a esta ciudad tiene la oportunidad de nutrirse de un sinfin de saberes.Salamanca se presenta a locales o foráneos como un inmenso libro abierto para todo aquel que sienta un poco de inquietud por aprender y tenga el ánimo dispuesto a dejarse aleccionar por tan docta maestra.

No era la primera, ni será la última, que el Náufrago entraba en el Palacio de Rodrigo Messía, más conocido como Palacio de Fonseca, sede actual de la Diputación salmantina. Como ocurre con otros monumentos, calles, plazas, casas, iglesias o palacios de esta ciudad, historia y leyendas caminan a la par y a veces se confunden. Queda al criterio del visitante escoger la una o preferir las otras. El Náufrago, por naturaleza, prefiere las segundas, porque abren paso a la imaginación y reflejan muy bien las debilidades que se esconden tras los mantos, los sayales, mitras o brocados.

En la visita que hizo ayer detuvo su mirada en los grutescos de las ménsulas que sostienen la galería que encuadra el patio. La leyenda cuenta que con motivo de una visita a la ciudad de Alonso II de Fonseca, arzobispo de Santiago y patriarca de Alejandría, acompañado por su amante doña Juana Pimentel, viuda de Ulloa, los corregidores de la ciudad se negaron a dar alojamiento a la arzobispal manceba. En venganza, y como prueba de poder, el enojado Patriarca decidió construir este palacio. En las ménsulas quiso saldar sus deudas con los corregidores Zúñigas, Rojas y Maldonados, mostrándolos desnudos y haciendo que el artista esculpiera sobre su cabeza sujetándola con sus ganchudos pies a un monstruo en cuclillas símbolos del Orgullo, la Lujuria, o la Gula , demonios secretos que habitaban en cada uno de los representantes de la nobleza salmantina. En uno de los medallones que adornan la fachada quiso que figurara el busto de su amada exhibiendo uno de los pechos de la ilustre gallega. Así de salerosa debía de ser la dama, apodada la Salina.

La historia resulta más prosaica. Cuenta que el nombre dado al palacio como "Casa de la Salina" se debe a que durante algún tiempo en él se albergaron las paneras que abastecían de sal a la ciudad.El medallón de la entrada representaría a la reina Cleopatra y el áspid que provocara su muerte. Cada uno es libre de escoger la sal de las leyendas o la sosez de la Historia

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