¿‘Incidente’, o “Metáfora”?

BREVE DRAMA EN UN ACTO


LA METÁFORA
Actores:
  • El Verdugo (un chico que pasaba por allí )
  • La Víctima ( un extranjero)
  • El Espectador callado (alguien que estaba sentado)
  • El Ojo: ( estaba allí, ojeando)
  • Otros: Doña Justicia, El Oyente…
(La escena transcurre un domingo, en un vagón de tren. Es de noche. Unos pocos viajeros regresan a sus casas)

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El Náufrago había decidido no hacer más comentarios sobre lo sucedido en el ya famoso tren. Pero pensando, a veces el Náufrago piensa, o más bien dando vueltas a la cabeza para averiguar por qué este hecho ha sido como una señal de alerta que nos ha despertado, por un momento, de nuestro cómodo letargo, decidió escribir esta 'metáfora'.

-El Náufrago cree que si este…,‘incidente’ lo llaman algunos, ha conmocionado tanto a la atención pública es porque ha pasado de ser ‘incidente’, un suceso más, a la categoría de ‘metáfora’ de la sociedad que vivimos , aquí, ahora, en esto que ha venido en llamarse “Estepaís”. El Náufrago ha ‘congelado’ gráficamente lo que parece el clímax del ‘drama ferroviario’. Escribe ‘drama’ en el sentido que le da el diccionario: “suceso de la vida real, capaz de interesar y conmover vivamente” y en ese sentido lo toma y analiza 'La Métafora’.

- Si observamos bien la imagen, el actor A de este drama o suceso es “ La Víctima”: persona que padece la agresión gratuitamente, sin culpa alguna, sin siquiera capacidad para defenderse y rebelarse, como si hubiera venido al mundo para eso: para ser objeto de abuso, de maltrato, debiendo aceptar una realidad agresiva que se arroga todos los derechos sobre ella. Las víctimas, son tan víctimas que hasta, a veces, llegan a pensar qué parte de culpa tienen cuando son agredidas. Su actitud de seguir sentada, cubriéndose la cara con los brazos, sin poder ponerse en pie y hacer frente al atacante expresa gráficamente lo que siente.

- El actor B de este drama es “El Verdugo”, el Agresor, el que por sinrazones oscuras, ataca, maltrata gratuitamente, saldando sus cuentas personales con los íntimos odios, rencores, frustraciones que le habitan. Desata sobre su víctima, todos los males que le conforman, vierte el desamor que se tiene a sí mismo escogiendo a una víctima propiciatoria que sospecha no podrá hacerle frente y mostrarle el espejo de quien es. Tiene cuentas que saldar con esta sociedad que no le ha dado, a su parecer, lo que él necesita, el amor, la comprensión, el perdón. Quiere que los demás vivan el infierno que lleva dentro, incapaz como se siente, de querer, de quererse. Es la víctima de sí mismo, víctima del desamor, del desamparo más absoluto. No se aguanta.

- El actor C, es ese muchacho que ve, “ El Espectador callado”, y que gira la cabeza hacia otro lado, pero en este drama-metáfora, no es sólo él. Somos muchos de los que contemplamos lo que pasa a nuestro alrededor y por cobardía o por esa 'oportuna prudencia' que aconseja no buscar más líos de los que ya tenemos, dejamos que el Verdugo se cebe en la Víctima. Permitimos que el Mal, con mayúscula, imponga su ley que se enseñoree y poco a poco vaya sometiéndonos a todos. Son muy pocos los que se rebelan contra lo que ocurre, somos más los que aceptamos, rechinando interiormente, contra las injusticias que nos rodean, contra el Poder de todas las clases que intenta someternos.

-El Actor D es “El Ojo”, el Testigo mudo que deja constancia del drama, el que señala lugar, día, mes, año y hora. Su testimonio es fríamente útil.

- Pero aquí no están todos los actores. Hay dos, muy importantes, que no aparecen en la imagen. Al primero lo llaman “ La Justicia”, una justicia que no es justa, que sólo actúa forzada por el desbordamiento de los hechos, pero que sería otro Actor C si D no hubiera dejado constancia de los hechos. Este drama ha llamado a la puerta de todas las conciencias porque D lo ha mostrado. Es entonces cuando todos los C del mundo levantan levemente el culo de su asiento. Ese culo que ni siquiera se levantó cuando vio pasar a “La Víctima” delante de él, lejos ya la amenaza de “El Verdugo”.

- El otro actor secundario, pero importante también, es “El Oyente”, el Oyente, no aparece tampoco. Está al otro lado del teléfono que en ningún momento abandona “El Verdugo”, el que sin duda oye los insultos, los tortazos y no reprocha nada. Quizá hasta le anima a que prosiga, que continúe maltratando a La Víctima. Jalea la acción y da más sinrazones al que agrede.

Esto no es un ‘incidente’ aislado, es una metáfora de la sociedad que hemos creado.

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