El jardín marino

LES RÊVERIES D'UN PROMENEUR SOLITAIRE

Siguiendo los sabios consejos de Douce, su perra, el Náufrago decidió dar un paseo ‘sin prisas’. No pensaría en qué iba a hacer después, olvidaría lo que había hecho antes, borraría de su mente cualquier otra evocación que no fuera lo que estaba viendo.

Acompañado de su fiel compañera, dio un paseo bordeando del mar, allí donde su amigo el jardinero, cual nuevo Valéry, ha plantado su “Jardín marino”. No era la mejor época para ver sus plantas en toda su eclosión de olores y colores, pero allí estaban, con sus nombres, con su verdor o durmiendo su sueño otoñal. Lucía el sol, por la escalera hecha de planchas de piedra se podía descender hasta el rumor del romper manso de las olas. Dos barcos de verde y azul, se habían detenido a descansar. El horizonte marino se extendía en horizontes imposibles.

El Náufrago había parado su reloj y sólo pensaba en aquella luz, en aquella calma, en recorrer uno a uno aquellos nombres que el jardinero había rotulado para sus plantas. Los leyó uno a uno y su simple lectura, su sonido era como una floral melodía. Sacó un papel y fue anotando: PELARGONIO, HORTENSIA, CALÉNDULA, CINTIA, DALIA ( aquí se detuvo unos momentos porque este nombre, estos colores, y el dibujo de las flores le retrotrayeron a tiempos muy lejanos) Y siguió leyendo y recordando sus días de joven regador de plantas: COLIO, GERANIO, ROSA, CLAVELINA, CURALOTODO,DAMASTINA, TUYA, ALTEA, TOMILLO, ROMERO… De pronto, un nombre cien veces visto pero nunca en la realidad de su esbelta verticalidad: PAPIRO. Quedó un rato pensando y sin querer viajó hasta Egipto, y se remontó a milenarias escrituras. Hubiera seguido allí, mientras Douce iba y venía oliendo todos los rincones.

Terminó el paseo visual por el “Jardín marino”: CACTUS, YUCA, HIGUERA, RICINO, LANTANA. Siguieron caminando, se asomaron a la barandilla desde donde se divisaba el faro. Luego, al regreso, el Náufrago se sentó un momento en un poyo en el que aún se podía leer: “Cabo Menor” y vio, como el Creador, que en aquella mañana: ‘Todo era bueno’.

Y ahora, en la bruma de esta tarde otoñal, ha reservado unos momentos para seguir un consejo: “Disfruta de estas imágenes y del sonido con tranquilidad. No seas ‘cagaprisas". Les invito a que hagan lo mismo.

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