Douce y el Tiempo

EL TIEMPO SEGÚN DOUCE

- ¿ Se puede?

- ¿Y a qué viene ese protocolo, Douce? Sabes que siempre ‘puedes’.

- No lo veo yo tan claro. Últimamente te veo muy… digamos ‘ocupado’, sin tiempo. Por lo menos, para dedicarlo un poco más a mí.

- ¿ Por qué lo dices ? ¿ Acaso no me ocupo de sacarte , de hacerte caricias cuando pones tu cabeza encima de mi pierna, a sobarte cuando te pones panza arriba para que te dé masajes?

- Sí, pero lo haces como por compromiso, como si al mismo tiempo que lo haces estuvieras pensando en lo que vas a hacer después. Tengo la impresión de que estoy interrumpiendo algo que te interesa más.

- ¿Celos?

- Yo no soy celosa, lo sabes, pero sí necesito tener la sensación de que cuando me dedicas una parte de tu tiempo, me lo estás dedicando a mí y no estás pensando en lo que estabas haciendo o en lo que vas a hacer.

- Pues lo entiendo, aunque no del todo.

- Mira, me vas a dejar que te hable un poco del Tiempo y de su empleo. Me gustaría que no me interrumpieras para que no pierda el hilo de lo que te quiero decir.

- De acuerdo, me voy a sentar aquí y voy a escuchar atentamente lo que quieras decirme. Te juro que sólo voy a tener oídos para ti.

-Tampoco hace falta que te pongas tan solemne. Lo que quiero decirte, y ahora no pienso sólo en mí, es que te veo un tanto acelerado. No comprendo cómo teniendo todo el tiempo, como lo tienes, andes con tanta prisa, como si lo más importante fuera hacer esto o lo otro y no saborear despacio lo que estás haciendo. Los hombres, y aquí utilizo el vocablo hombre en su sentido genérico, no sabéis vivir. Os habéis metido en la rueda del trabajo: me levanto, pienso en lo que tengo que hacer, desayuno de pie, miro el reloj, creo que voy a llegar tarde, me cabreo porque encuentro en un atasco, dejo que crezca mi mal humor aunque no resuelva nada, llego tarde, veo la cara del jefe que sólo sabe mirar el reloj y mi cara , me cabreo aún más y no me apetece darle una explicación, para qué si no va a ponerse en mi lugar, su lugar es ése: vigilar que los empleados lleguen a la hora, él no tiene por qué preocuparse si he tenido una discusión con mi mujer, si he debido llevar al niño al colegio, si he encontrado un atasco, si no he pegado ojo en toda la noche …

- ¡Para, Douce ! No me cuentes ahora el día de ese hombre, porque para eso sí que no tengo tiempo. Por favor, dime directamente lo que me querías decir.

- Pues mira, no te voy a decir nada. Simplemente quiero que mires cómo vivo yo el tiempo. ¿Me ves a mí preocupada por lo que voy a hacer después? Bueno, admito que por la mañana sí que estoy un poco inquieta para ver cuándo me sacas… Pero si me observas bien, cuando estoy en la calle, estoy a lo que estoy: a oler, a recorrer los sitios donde mis amigos han dejado sus recados, husmear todas las ruedas de los coches, los troncos de los árboles. Oteo el horizonte por si veo algún amigo, olfateo el aire, busco un lugar adecuado para hacer mis cositas. No estoy pensando en qué voy hacer después. Vivo el momento en que estoy, y me pasaría así la mañana entera sin preocuparme por otras cosas: si voy a tener tiempo o no, en lo que haré por la tarde. Vivo, no me como el coco, no me preocupa si voy a tener o no tener tiempo para hacer lo que me plazca. No adelanto nada. Con lo que tengo me conformo.

- Sí, eso ya lo sé. Por ti, te quedarías todo el tiempo en la calle.

- Claro. Lo único que me fastidia un poco de esta salida matutina, es que enseguida estés tú llamándome, mientras yo me hago la remolona. Y si me paro un momento con el conserje para que me acaricie, me fastidia que vengas tú diciéndome “Venga, Douce , vamos para casa”. No he visto tío más cagaprisas que tú, incapaz de relajarte un poco, de vivir despacio la vida. ¿Entiendes? de-espacio: o sea, a cada tarea dale su tiempo, su espacio y no te atropelles tanto. Ni siquiera ahora que tienes todo el tiempo del mundo para disfrutarlo eres capaz de saborear cada minuto. Lo que tenga que venir después puede esperar y además tienes la posibilidad de mandarlo a hacer puñetas.

- Vale, pero ahora que te he escuchado un poco, tendría que hacer otras cosas ¿No te importa?

- No. Si me importara, ¿serviría de algo? (No, si ya lo digo yo. Este papá mío no tiene remedio. No te empeñes, Douce, este tío no se entera. Hasta que no se quede ‘tieso’ del todo, no aprenderá. Demasiado tarde ya ).

Comentarios

Entradas populares