Volviendo hacia atrás , sin ira.

Pues sí, quiero volver al debate S/S (Ségolène/Sarkozy). Se preguntarán por qué, o más bien no se pregunten nada, porque no tienen por qué estar pendiente de lo que aquí se piense o diga. Como por mi parte, no escribo para que alguien piense esto o lo otro, porque ya hay suficientes ‘maestros’ que desde sus respectivas cátedras nos dicen lo que hay que pensar, decir o hacer,puedo también permitirme el lujo de expresar lo que yo piense.

Si miro hacia las elecciones en el país vecino es , en primer lugar, porque me sirve de terapia y me evita escuchar los discursos vacuos que llevo oyendo durante tres años que se me han hecho larguísimos. Lo hago en segundo lugar, porque al comparar, mal que nos pese, sus discursos, sus debates – con todas las lacras que lleva aparejado el discurso político – son más claros, más razonados, tratan asuntos concretos y no discuten sobre el sexo de los ángeles , nacionalidades o naciones, alianzas de civilizaciones, talantes, “mi patria es la libertad”, y otras entelequias.

La señora Ségolène , aunque la llamen Zapatera, y tenga su dosis de imprecisiones a la hora de los números, y siga deseando diseñar la sociedad como debería ser y no como es en la realidad y cuando ambos planos no concuerdan decir que es la realidad la que está equivocada, a pesar de tanto buenismo, habla claro. Se puede estar de acuerdo o disentir pero, razona, se encoleriza, mira al contrincante a la cara con ojos fríos, se permite sus accesos de ‘cólera sana’ y, orgullosa, no se digna corresponder a los corteses elogios de su adversario político. Es un discurso que puede entenderse y no es una serie de banalidades sin contenido alguno , lleno de trampas, como otros discursos que nos son más familiares.

Es posible que si hubiera una mujer así en nuestra arena política, tal como somos, hubiera seducido a no pocos adeptos, pero los franceses - es mi opinión – no son tan crédulos y a la hora de votar , saben que antes de llevar la mano al corazón van a pasar por la cartera. Y las cifras, los números, las cuentas, el bolsillo, no se tranquilizan con gestos, ni con cóleras reales o fingidas. Me da la impresión de que los franceses se fían más del que tiene las cuentas más claras y no promete ensayos y aventuras. También para ser audaz hay que saber el terreno que se pisa.

No soy adivino y todo puede suceder, pero creo que nuestros vecinos llevan la lección bien aprendida cuando acudan a votar el próximo domingo. Dice Gabriel Albiac en su artículo de hoy: " Nadie va a votar en Francia a 'derecha' 0 a 'izquierda'. El votante sopesa incompetencia y rigor. Es más sensato"


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