Virtualidad, realidad, autenticidad. (I)
Una pregunta que solemos soslayar en este mundo de la ocupación , de las prisas, de las depresiones, del vacío interior, de la sobrecarga externa, es hasta qué punto vivimos nuestro yo más profundo y cuánto dejamos a que nos vivan todo tipo de ‘entretenimientos’ externos y ajenos a nosotros. Quizá nos falte tiempo, valentía, honradez o nos sintamos incapaces para saber quién somos y qué queremos realmente.
En una colección de artículos suyos reunidos bajo el título : “La vida auténtica”, Eric Fromm cree que “El hombre moderno se ha convertido en un producto de consumo en sí mismo: dócil, pasivo y autómata, absolutamente rendido a los estímulos externos consumistas. Capaz de funcionar según los dictados de regímenes totalitarios y religiones monoteístas.
El conocimiento de lo verdaderamente importante no puede obedecer a dictados externos a nosotros mismos, ya que la vida consciente debe cobrar forma a partir de fuentes que broten de nuestro interior. En lugar de verdades virtuales, aquello que necesitamos es lo auténtico. Erich Fromm nos invita a ser consecuentes con ello puesto que: «La alegría es el fruto de una vida intensa».
Viene a propósito esta reflexión al examinar cuánto hay de ‘virtual’ y de 'auténtico', que no real, puebla en nuestras vidas. Contrapongo virtual a auténtico , porque en cierto modo una gran parte de lo virtual, como el mundo de nuestros sueños, se transforma en la ‘realidad’ de nuestras vidas.
En una colección de artículos suyos reunidos bajo el título : “La vida auténtica”, Eric Fromm cree que “El hombre moderno se ha convertido en un producto de consumo en sí mismo: dócil, pasivo y autómata, absolutamente rendido a los estímulos externos consumistas. Capaz de funcionar según los dictados de regímenes totalitarios y religiones monoteístas.
El conocimiento de lo verdaderamente importante no puede obedecer a dictados externos a nosotros mismos, ya que la vida consciente debe cobrar forma a partir de fuentes que broten de nuestro interior. En lugar de verdades virtuales, aquello que necesitamos es lo auténtico. Erich Fromm nos invita a ser consecuentes con ello puesto que: «La alegría es el fruto de una vida intensa».
Viene a propósito esta reflexión al examinar cuánto hay de ‘virtual’ y de 'auténtico', que no real, puebla en nuestras vidas. Contrapongo virtual a auténtico , porque en cierto modo una gran parte de lo virtual, como el mundo de nuestros sueños, se transforma en la ‘realidad’ de nuestras vidas.
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