Una carta que estremece

RISAS ASESINAS

Soy el primero en creer que revolver el pasado para generar más odio es un ejercicio nada recomendable. No me ha parecido bien eso que se ha llamado “Memoria histórica” tal como ha sido planteada recientemente, aunque comprenda el legítimo derecho de algunas personas a recordar a seres queridos y devolverles todo lo que merecen , si fueron tratados injustamente en una contienda de odios mutuos. Hubo errores, rencores, odios, por ambas partes y habíamos hecho un esfuerzo por aprender las lecciones de nuestra historia.

Hoy, al leer una carta que tiene muchos visos de ser auténtica, no he podido por menos de estremecerme. Este texto manuscrito fue dado a conocer por primera vez en 1998 y relata en términos que hacen erizar el cabello de cualquier sensibilidad fuera de cualquier consideración política, simplemente humana, para ver cómo el odio puede enraizar tan profundamente en el corazón humano. No es nuevo, y lo presenciamos a diario en multitud de manifestaciones, no sólo en las guerras a las que asistimos desde un poco lejos, por más que gritemos “No a la guerra”, pero leerlo contado de esta manera tan cruda es algo que conmociona y revuelve por dentro.

Transcribo parte de ese texto autógrafo que un tal Manuel Luna escribió al ensayista y futuro académico Manuel Fernández Almagro. He escogido tan sólo el núcleo de este escrito, en el que se refiere al asesinato de Federico García Lorca.

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..“ V. quizá no se acuerde de mí. Soy Manuel Luna, de los Luna de Antequera. Yo le conocí en Granada cuando era V. de las Juventudes Católicas. He vivido todo el glorioso movimiento primero en Granada, luego en Zaragoza y algún tiempo en Oviedo, después de la llegada de la columna de socorro gallega.

En Granada me he distinguido bastante. Fui de los que asistieron, en una mañana de agosto, al fusilamiento, en el cementerio, ante las fosas abiertas, de setenta rojos, todos ellos bandidos, asesinos, criminales, violadores, incendiarios… Y gocé mucho, muchísimo, porque se lo merecían. Entre ellos estaban el presidente de la Diputación roja Virgilio Castilla, el ex gobernador rojo de Alicante Vicente Almagro, el alcalde rojo de Granada Montesinos (un médico), el ingeniero de caminos y ex diputado constituyente Santacruz, el ex alcalde de Granada Fajardo, el diputado Corro y otros más, médicos, catedráticos, abogados, ingenieros, procuradores, etc. Hicimos una buena limpia.

Algunos días después cogimos al gran canalla de García Lorca -el peor de todos- y lo fusilamos en la Vega, junto a una acequia. ¡Qué cara ponía! Abrazaba los brazos al cielo. Pedía clemencia. ¡Cómo nos reíamos viendo sus gestos y sus muecas!Pertenecí a la ronda depuradora de Ruiz Alonso. Pero como le digo tuve que irme por asuntos particulares a Zaragoza y después a Oviedo. En ambas poblaciones ayudé también a la depuración. En Oviedo pasé un rato muy agradable viendo fusilar al miserable de Leopoldo Alas Argüelles, el hijo del repugnante Clarín. Ahora estoy en París y me río mucho viendo el miedo que tiene esta canalla francesa a los alemanes e italianos...”
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No añado más, mañana se conmemora el 103 aniversario del poeta andaluz, esta estremecedora carta me servirá para una reflexión seria sobre el material de que estamos hechos, los que nos llamamos ‘humanos’. Por cierto, que estas horribles ‘risas’, estos macabros festejos, me han hecho pensar en otras ‘celebraciones parecidas’ de alguien que está a punto de volver a su casa
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Fuente: “La Razón”

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Yo confío en que no se lo permitan. Soy una ilusa, lo sé.
Bicos
Anónimo ha dicho que…
Siento no compartir tus 'ilusiones', aunque me gustaría.

Las cartas están echadas... y hace bastante tiempo.

Buenas noches, y que estas cosas no perturben tu(s) sueño(s)

Besos

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