El club de los mirones

Una de las muchas actividades que realiza un jubilado, además de ir a buscar a los nietos al colegio, hacer los recados de la casa, leer el periódico, sentarse en los bancos para ver pasar a las mocitas o discutir con los colegas sobre las mayorías absolutas, ir de paseo con el perro, jugar una partida en cualquier bar, asistir al centro de mayores, quejarse de la pensión y del gobierno, hacerse análisis, visitar a diferentes médicos, rellenar formularios, ir a reclamar lo ‘suyo’ a todos los organismos municipales que se ocupan del asunto... Además de todo eso, en este país de mirones y espectadores, una de las tareas más apasionantes es ver ‘cómo van las obras’ y observar con disimulada satisfacción cómo trabajan los de las clases ‘activas’.

Esta mañana, mi amigo Viandante se acercó al puerto con su perra y vio cómo una fila de espectadores seguían con interés las maniobras de un barco arenero. Cómo succionaba la arena que cubría la rampa de un embarcadero, cómo la filtraba, cómo poco a poco el barco se iba hundiendo con el peso de la arena almacenada, para trasladarla luego a otras playas a las que las olas y mareas han descarnado.

Miraba con ojos de neófito y pedía información a los ‘expertos’, porque él no deja de ser un simple analfabeto en cosa de los mares y en otro mar de cosas. Estar allí, mirando caer chorros de agua que volvían al mar mientras llenaba su ‘barriga marinera’ de arena, le hacia sentirse solidario del club de espectadores y mirones.Uno de los clubes con más socios por estos pagos.

Pero, en fin, al menos aprendió algo, él, que vive muchas veces en las estrellas y se olvida de pisar tierra... o arena.

*Pinchar en la foto para ver.

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