Del efecto Sarkozy y el tuteo en las aulas

Voy a exponer dos reflexiones que a primera vista no parecen estar relacionadas entre sí , pero que a mi entender, no están tan separadas como puediera parecer.

- El efecto Sarkozy

Hasta hace muy poco tiempo, el estereotipo que vendían los medios del señor Sarkozy tanto en su país como en el nuestro, era el del prototipo de una derecha dura, de un ministro del Interior represor, de un xenófobo, de un Jean-Marie Le Pen en miniatura.

Si Rajoy hubiera afirmado y actuado como ‘ese’ Sarko, se le habría tildado en este país de todo , menos de personaje moderado. La actitud del antiguo Ministro del Interior francés frente al orden, el patriotismo, la inmigración, era considerada en España, entre los que habían oído hablar algo de él, la del prototipo de la derecha extrema más dura. Ni los mismos líderes populares se atrevían a decir la mitad de las cosas que decía el ministro franco húngaro. Una vez ‘ganador’, todos sacaron pecho, arrimando la sardina al ascua del triunfo.

El resultado de las elecciones, el apoyo recibido, la elección de su gabinete, sus primeras actuaciones, su papel en la cumbre europea, han cambiado la imagen que se tenía de él, tanto en su país como en el nuestro, de momento. Ahora, tanto afectos como desafectos, tratan de acercarse a él y tomarle como modelo. Suele pasar con aquellos a los que les sonríe esa Señora llamada doña Victoria

Los que antes recelaban, le lanzaban dardos envenenados, hoy se sientan en una terraza de Bruxelas para departir amistosamente entre risas y gestos amistosos olvidándose de las amantes de hace poco para quien, por el momento, no soplan buenos vientos. Es la suerte de los perdedores o 'perdedoras'.

- Tuteo y violencia escolar

Entre los últimos a subirse al carro de Sarko está nuestro Defensor del Pueblo, Enrique Múgica. Habiendo oído que monsieur Nicolas había propuesto el devolver a las aulas el ‘vous’ y el “Monsieur le Professeur”, como señal de respeto, ha declarado en El Escorial que “ Avanzar en el destierro del tuteo en las aulas sería un fuerte incentivo para reducir la violencia escolar...” ¡Toma castaña! Ahora resulta que si los alumnos dicen don Javier, doña Inés o doña Margarita irán desapareciendo poco a poco las collejas, las disputas, las grabaciones de peleas, las burlas, el ninguneo y demás tipos de violencia.

Don Enrique puede añorar su época de estudiante en San Sebastián, yo no añoro tanto la mía en Salamanca, pero identificar tuteo y violencia, tratar de retroceder a viejos tiempos, aunque hubiera en ellos muchos valores, junto a bastantes defectos e imposiciones, es anclarse en una nostalgia sin sentido o, lo que es más probable, desconocer la realidad escolar o conocerla sólo a través de informes, estadísticas, sin examinar las causas últimas de los males que aquejan a la escuela y los posibles difíciles remedios.

Dos observaciones que seguramente conoce el señor Múgica, que por otra muchas razones tiene todos mis respetos. Sabrá en primer lugar que el ‘tuteo’ no tiene el mismo valor en Francia que en España, ya sea en la escuela, o en el trato social. En segundo lugar, el tuteo que en España utilizamos a veces con excesiva facilidad, referido a la escuela, puede tener distintos sentidos y no pueden decretarse ‘reglas’ generales. Hay un tuteo fácil, despectivo, que puede indicar una falta de respeto por quienes lo usan y también por quienes fomentan o consienten ese ‘tono’, no el tuteo en sí. Existe otro ‘tuteo’ que representa cariño, cercanía, confianza y afecto y sería de ‘mala educación’ imponer otro tratamiento que rompiera esa natural simpatía de unos para con los otros.

Mientras he sido profesor no he impuesto un tratamiento, algunos, los menos, me trataban de un usted ‘velado’ y la mayoría me trataban de tú, o decían Julio, simplemente. Yo sabía el sentido que tenía ese ‘Julio’. Sin embargo, quien me tuteaba sin que tuviéramos un conocimiento y un trato previo, porque simplemente coincidíamos en un pasillo, en la biblioteca o en una guardia y me tuteaban, solía decirles: “¿Cuándo hemos comido juntos?”, cariñosamente.

Ocurre con los alumnos o en la vida social. No tuteo a cualquiera, sobre todo si es una persona mayor que no conozco, por mi edad estoy más en condiciones de tutear que de ‘ustedear’, y si una chica me tutea me agrada más que si me llama de usted, porque me rejuvenece.

Así que menos ‘normas’ fijas para acabar con la violencia escolar. Si desterrar ese mal, que no sólo afecta a la escuela sino a nuestras relaciones sociales empezara por “usted”, podríamos ir saltando de contento. Desgraciadamente el respeto, la deferencia, empiezan mucho más abajo que las etiquetas que pongamos.

Comentarios

Enrique Gallud Jardiel ha dicho que…
En efecto: la rigidez del maestro no soluciona nada. Si le tienes miedo, puede que no le insultes (en voz alta) pero aprendes menos. Es curioso cómo pretenden arreglar bla educación políticos y burócrtas que no la conocen. Sigue habiendo asignaturas obsoletas en los planes de estudios, faltan otras y hay mil males más. Y eso parace no importar. El nivel de los que llegan a la universidad es cada vez más ridículo y eso parece no importar. Es divertido ver a estos descubridores del café con leche pensando que una regla simplista cambiará algo.
Anónimo ha dicho que…
Para políticos, burócratas y asociados, por mucho que la píen,las leyes tiene fecha de caducidad... Como máximo a cuatros años vista ."Tente tieso, mientras cobro por el escaño"... Los que vengan detrás que arreen, que así está montado este tinglado.

De 'reforma' en 'reforma', hasta el descalabro final.

Ya sabemos quiénes son los paganos...

¡Salud y coraje!
Escritor en el Tejado ha dicho que…
La solución (en mi humilde opinión) a los problemas de disciplina en las aulas sólo puede pasar por la unidad de criterios entre padres y docentes.

Es inútil tratar de inculcar en clase el respeto que no se aprende en casa. Y más cuando los mismos padres manifiestan ante sus hijos el más absoluto desprecio hacia los profesores.

Pero esto no hay dios que lo legisle.
Anónimo ha dicho que…
No cabe duda de que la verdadera educación es la que aprenden en sus casas.

A la escuela se le pide cada vez más cosas: que sea guardería,aparcamiento de adolescentes, gabinete psicológico, tratamiento de la diversidad, integración de inmigrantes y discapacitados... Y después de todo de eso, enseñar lo que se pueda y tratar de hacerse respetar.

Ahora, además de la enseñanza de la materia de su especialidad y sus "transversalides", por lo visto, los profesores deben ser orientadores, sexólogos, expertos en derecho constitucional y democrático, psicológos 'que desarrollen la afectividad', 'enseñar a aceptar la propia identidad de los alumnos'... y no sé cuántas florituras más.

Demasiado peso
demasiado solos
demasiados minusvalorados
demasiado criticados
demasiado olvidados

(Como tienen tantas vacaciones...)

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