Mis perplejidades. DOUCE
DE LO IGNORANTE QUE PUEDE SER MI PAPÁ
Vamos a ver , este papá mío cada día está más tonto. Yo pensé que algo había aprendido en los siete años que llevamos juntos. Creía que me conocía mejor, que había tenido tiempo de apreciar mis cualidades, que entendía mi ‘filosofía’ de la vida , que no le vendría nada mal que se la aplicara. Pero quiá, ¡que si quieres arroz , Catalina! Este tío no acaba de enterarse.
Un detalle. Hoy que él celebraba no sé qué fiesta, si la “Inmaculada Constitución” o el “Día de la Concepción”, porque yo de esas cosas no entiendo, ni falta que me hace, decía -siempre me enredo- que hoy que al parecer ‘festejábamos’ algo, decidió que saliéramos de paseo. A mi eso me encanta y lo celebro con toda una serie de saltos, revolcones, carreras por el pasillo, dejando las alfombras hechas un revoltijo, hasta que por fin veo que entramos en el coche .
Esta mañana, al entrar, noté olores nuevos que no había olido antes y empecé a olfatear con mi trufa por el salpicadero y la guantera del coche . Él, torpe, pensaba que era por unas ramitas de romero que le había regalado la conserje (conserja me parece horrible), y que él había colocado en el salpicadero. Pero mi nariz percibía otro olor, además del de romero que venía de la guantera. Al principio se sorprendió, se preguntó por qué yo olía la guantera. Por fin se acordó de que ayer , pasando por una confitería , no había podido resistir la tentación de entrar y comprar unas figuritas de mazapán que desde el escaparate le habían llamado la atención con sus sugerentes curvas. El muy tuno, las había guardado en la guantera para cualquier golosa emergencia que se presentara. Si las subía a casa , sabe que en dos minutos otras narices, otros ojos, otras manos que encuentran lo inencontrable, habrían dado con el escondite y al mismo tiempo dado cuenta de las figuritas.
Total que al llegar a la playa, abrió la guantera, cogió unas cuantas figuritas y mientras paseábamos por la playa compartió conmigo algún pedacito, porque el espabilao de él dice que a mí no me sienta bien el azúcar, que si no sería más generoso conmigo. Yo hice como que me lo creía y me dediqué a mis carreras , a mis revolcones en la arena , mientras él fotografiaba el mar que estos días está muy hermoso , encrespado y bravío.
No sé si esa Constitución está inmaculada o anda muy jodida, pero a mi esas cosas me resbalan, yo soy una perrita y trato de vivir lo mejor que sé mi ‘humana vida’, dando lo mejor que tengo de mí.
Vamos a ver , este papá mío cada día está más tonto. Yo pensé que algo había aprendido en los siete años que llevamos juntos. Creía que me conocía mejor, que había tenido tiempo de apreciar mis cualidades, que entendía mi ‘filosofía’ de la vida , que no le vendría nada mal que se la aplicara. Pero quiá, ¡que si quieres arroz , Catalina! Este tío no acaba de enterarse.
Un detalle. Hoy que él celebraba no sé qué fiesta, si la “Inmaculada Constitución” o el “Día de la Concepción”, porque yo de esas cosas no entiendo, ni falta que me hace, decía -siempre me enredo- que hoy que al parecer ‘festejábamos’ algo, decidió que saliéramos de paseo. A mi eso me encanta y lo celebro con toda una serie de saltos, revolcones, carreras por el pasillo, dejando las alfombras hechas un revoltijo, hasta que por fin veo que entramos en el coche .
Esta mañana, al entrar, noté olores nuevos que no había olido antes y empecé a olfatear con mi trufa por el salpicadero y la guantera del coche . Él, torpe, pensaba que era por unas ramitas de romero que le había regalado la conserje (conserja me parece horrible), y que él había colocado en el salpicadero. Pero mi nariz percibía otro olor, además del de romero que venía de la guantera. Al principio se sorprendió, se preguntó por qué yo olía la guantera. Por fin se acordó de que ayer , pasando por una confitería , no había podido resistir la tentación de entrar y comprar unas figuritas de mazapán que desde el escaparate le habían llamado la atención con sus sugerentes curvas. El muy tuno, las había guardado en la guantera para cualquier golosa emergencia que se presentara. Si las subía a casa , sabe que en dos minutos otras narices, otros ojos, otras manos que encuentran lo inencontrable, habrían dado con el escondite y al mismo tiempo dado cuenta de las figuritas.
Total que al llegar a la playa, abrió la guantera, cogió unas cuantas figuritas y mientras paseábamos por la playa compartió conmigo algún pedacito, porque el espabilao de él dice que a mí no me sienta bien el azúcar, que si no sería más generoso conmigo. Yo hice como que me lo creía y me dediqué a mis carreras , a mis revolcones en la arena , mientras él fotografiaba el mar que estos días está muy hermoso , encrespado y bravío.
No sé si esa Constitución está inmaculada o anda muy jodida, pero a mi esas cosas me resbalan, yo soy una perrita y trato de vivir lo mejor que sé mi ‘humana vida’, dando lo mejor que tengo de mí.
Comentarios
Mi perro haría muy buenas migas contigo, Douce.Es un locuelo como tú. Algún día hablaré de él en mi blog.
Saludos y aprovecha lo que queda del "Acueducto de Soria"