El sabor de algunos días

Hay días, hay momentos, en que el dolor ataca por todos los flancos. El mapa interior se torna oscuro o lo que es peor no te sabe a vida. El mapa de las emociones se torna confuso, sin líneas nítidas capaces de indicar , si es impotencia, si es dolor a secas, si es la sombra densa de la culpa, si es la desgana, si es la falta de valor, si es la duda... Es la sensación de que en el paladar del alma no hallas más que un sabor que no sabe a nada , la insipidez casi absoluta.

Preguntas dónde se han ido, la alegría, la ternura, la serenidad, la satisfacción de la obra acabada, los jirones de sueño que te llevaban lejos, en volandas, y allá desde la altura, divisabas un inmenso paisaje de valles verdeando, de montañas altivas, incrustado como en un cuadro sobre un fondo de azules. Ya del dolor no extraes el valor que te daba el darle la espalda, enfrentarte a él para decirle: “Sé bienvenido, pero no seremos amigos. Te empeñarás en acompañarme , pero yo no te haré caso”. “Voy a tratar de ser más fuerte que tú y aprender , teniéndote encima, de dónde nace el coraje”.

Tombe la neige

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