A Jean - Pierre Bérubé, recordándolo

Ayer, mientras buscaba unos papeles que necesitaba con urgencia , encontré un libro que llevaba hace tiempo buscando. El documento por supuesto no apareció y tuve que pedir urgentemente una copia. Lo que sí encontré fue el libro que no hallaba.

Desde hace algunos días necesitaba releer los poemas de un cantante, creador, poeta, vagabundo del arte que había tenido el gusto de conocer durante un curso el pasado verano en Besançon, Francia. Sentir con aquel ‘joven’ de sesenta y algún años el placer de oírle tocar la guitarra, cantar con él, oír cantar en japonés, inglés, español, polaco o kazaco, cantar en plena Gand Rue de la capital bisontina , entre la gente que se paraba a escucharnos, fue una experiencia muy grata y aleccionadora.

De repente había sentido la necesidad de volverle a oír, de volver a leer esos poemas de vida hechos canción que había recopilado en un libro titulado “ Avant de recommencer à vivre” . Un hombre enamorado de su país, el Québec francófono, que ha recorrido Europa, las dos Américas como un juglar, como un bohemio, como un actor que se transforma en el escenario, contando con sencillez su vida, el amor por sus gentes sencillas... Recordaba aquellas palabras que le había escrito a mi vuelta:

“J'ai également aimé lire les paroles de vos chansons dans votre livre "Avant de recommencer à vivre". On sent que vous avez vraiment "vécu", la beauté de votre pays que vous aimez tant, l'amour pour les gens simples, la passion pour la musique, cette philosophie, bien sage, d'aimer tous les petits et intimes plaisirs qui nous donne la vie."

Relía con gusto su libro en cuya primera página guardo todavía su dedicatoria. Me puse a leer sus poemas y escogí éste, su peculiar

“Testamento”
Heme aquí apagándome
En el lecho de mis canciones
Lego todas mis penas
A mis queridos falsos amigos

Y a todas mis amantes
La esperanza de tener un poco más
Y sobre todo ternura
Cosa que ellas nunca han tenido

Y dejo a mis perros
El derecho de ladrar más fuerte
A burgueses y ricachones
Que desearon mi muerte

Y dejo mi casa
A los que me dieron calor
Cuando helado como un témpano
Mendigaba mi comida

Para el cura que me
Expulsó de su Vaticano
Un gran ‘gracias’ y aquí
Tiene lo que queda de Satán

Es necesario que me muera
Para ,al fin, ser visto
Por todos esos señores
Que nunca me reconocieron

Es preciso que me entierren
En este hoyo de al lado
Lejos, lejos del cementerio
Para ser tenido en cuenta.

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