Mamá, ¿por qué no soy ‘progresista’?

Ya sé que no vas a responderme a esta pregunta. En tu época no se utilizaba tanto esa palabra, había otras. Estas preguntas de las que no se espera respuesta las llaman ‘retóricas’, es decir que no necesitas contestarme. Era sólo una excusa. Quizá si  no me hubieras enseñado tantos rosarios, tanta novena, tanta misa, tantos jueves eucarísticos, a lo mejor yo era también ‘progresista’. No es un reproche, porque  ya me las he apañado. Lo decía porque sin este ‘salvoconducto’ hay que andar con más cuidado por la vida. Sobre todo en eso que llaman “Estepaís”, si no eres ‘progresista’ lo tienes más crudo , enseguida te cuelgan el capirote del ‘sambenito’. Las inquisiciones no desaparecen tan fácilmente de “Estepaís’.

Pues sí, para presumir, dar lecciones a diestro y siniestro, ir por la calle con la cara al sol, perdón con la cara alta, hay que ser ‘progresista’. Si no lo eres, resultas un bicho sospechoso, te miran  por encima del hombro como un ser inferior, item más resultas corto de miras, retrógrado, carca, antediluviano, sin ideas de ‘progreso’. En resumidas cuentas un ‘facha’, que debe venir de ‘fasces’, o sea  con los atributos de poder de vida y muerte de que estaban investidos los cónsules romanos. El  término es  reversible.

Porque has de saber, mamá, que “Estepais” se divide siempre en dos, no hay lugar para matices. Hay buenos y malos, rojos y azules, progresistas y retrógrados, derechas ¡ar!, izquierdas ¡así! No hay lugar para la duda metódica, las perplejidades, el ‘puede ser’ y otras 'debilidades' mentales. Para andar por la vida tienes que tener las ideas clarísimas, sentirte en posesión de la Verdad que para eso te has empollado ‘tu’ catecismo, del término griego “katecheo” que significa "informar, instruir, enseñar, adoctrinar". Una vez ‘aprendido’, ya tienes derecho a decir lo que es bueno y malo.

En estos tiempos ‘progresistas’, no es bueno andar por ahí solo, sin su ‘catecismo’ bajo el brazo, e ir repartiendo licencias de ‘progresista viejo’. ¿'Semos o  no semos'? Nos han enseñado siempre que la vida es una vía con dos raíles de los que no te puedes salir si no quieres andar por la vida descarrilado y sin rumbo  fijo. Como diría alguien que no cito:

“Mirad, niños, en la vida tenéis dos trenes: el uno es un AVE ‘nuevo’, rápido, moderno que os llevará a vuestro Destino, el Progreso. El otro, no llega ni a tren de mercancías, es de vía estrecha, huele a viejo, con carbonilla, en lugar de ir hacia adelante, va hacia atrás. No os llevará a ninguna parte, o mejor dicho os llevará al Regreso. ¿A cuál de los dos trenes queréis subiros, queridos niños? (Ver ejemplo)

¿Ves, mamá? A nadie se le puede ocurrir ir por la vida sin subirse a algún ‘tren’, está prohibido caminar por los senderos, quizá tortuosos, con rectas y curvas, subidas y bajadas. Llegar a un sitio y tener que escoger qué ruta seguir. Es decir, “hacerse el camino” por su cuenta, sin ‘Jefes de Estación’, ni ‘Guardagujas”. El tren que me enseñaste no me sirve, no me lleva al Paraíso (con tetas o sin ellas), apuntarme al AVE tampoco me ilusiona, no me gusta que me lleven, he decidido tirarme de los trenes en marcha. Y ahí estamos intentando trazar el propio camino. Quizá es que no hay UN camino y tenga razón el poeta que hay que hacerlo al andar. Probablemente.