DE-FINIR: “poner límites"

PALABRAS CARETA
El Náufrago sería un pésimo juez. Para empezar, es el peor juzgador de sí mismo. Por eso le cuesta muchísimo juzgar las conductas y sobre todo el ser de los demás. Envidia, extrañeza o vayan ustedes a saber… es lo que siente, cuando sin elementos suficientes, nunca lo son totales, dictan: “éste es esto”: culpable, inocente. La duda es lo más desasosegante que puede existir.

Cuando lee la prensa y ve la ‘seguridad’ con que muchos juzgan hechos, personas, o los adjetivan y definen con aplomo, se pone a temblar. Un dato menor: en el periódico que tiene delante de sí, aparece una foto donde se ve al candidato Tomás Gómez rodeado de mujeres, jóvenes y maduras, que le aplauden, sonríen y hasta hay una que se sienta a su izquierda, que le aplaude, sonríe y le mira con arrobo. Pero no es eso lo que le llama la atención. En lo que repara es el ‘faldón’ que subraya la foto: “Tomás Gómez, durante el acto celebrado ayer en Madrid con una plataforma de mujeres ‘progresistas’.

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Siempre se ha puesto en guardia ante los términos que utilizan el sufijo: ‘istas’: catequistas, feministas, propagandistas, falangistas, comunistas, evangelistas, baptistas, “progresistas”... Siente algo de pánico cuando la gente se encasilla, entre esas comillas, porque por lo general, marca un activismo excluyente, dogmático, fuera del cual no hay salvación alguna. ¿Es que hay alguien que puede acaparar e indicar lo qué significa exactamente la palabra ‘progreso’? ¿En qué catecismo se describe? ¿Fuera de ese concepto apropiado, todo es ‘regresismo’?

En este caso, el Náufrago no se refiere tanto a los que se atribuyen y monopolizan este adjetivo, tan nuestro, y crean una barrera para separar progresistas de retrógrados, sino al periodista ' ojo de lince', que con tan sólo una mirada ha captado que todas esas mujeres que aplaudían al candidato Tomás Gómez, eran, por encima de mujeres, ‘progresistas’. ¿De qué tipo de progreso?

El Náufrago siente fobia a los sabios/torpes que califican, delimitan, definen a seres que si son humanos de verdad, se analizan, dudan, se preguntan a diario: ¿Pero yo qué, quien soy? Malaventurados sean los que tienen todo claro y no sienten ninguna duda, porque nunca sabrán cómo son los demás. (Bueno, supriman esta malaventuranza. Me he puesto a ‘juzgar’)

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