A veces llegan cartas...

PERPLEJIDADES Y DUDAS DE NÁUFRAGO

Al Náufrago no le duelen prendas cuando tiene que rectificar, o al menos matizar, algo que dijo y que la realidad le aconseja que lo aclare. Hace algunos días , se lamentaba de cómo habían cambiado los tiempos y se extrañaba de que muchos de nuestros jóvenes no sean sensibles a algunos detalles de pura cortesía. Por ejemplo, decir un simple ‘gracias’ cuando alguien tiene una consideración con ellos.

Contaba el caso de una joven estudiante francesa, que habiéndole solicitado una ayuda para un trabajo que debía presentar sobre la situación del idioma francés en España y habiéndoselo enviado a vuelta de correo, no hubiera ni siquiera acusado recibo de que le hubiera llegado. Se lamentaba el Náufrago, porque estimaba que muchos jóvenes de hoy, acostumbrados a ser ‘servidos’ y no carecer de casi nada, llegan a la conclusión de que todo se les debe y que por lo tanto, ellos no deben ni agradecer nada.

El Náufrago escribió una carta a la desconocida, manifestándole su extrañeza ante su silencio, no fuera el caso que el trabajillo que le había envido no hubiera llegado a su destino. Pero ocurre que, a veces, uno se acuerda de viejas canciones como ésta:
A veces llegan cartas
con sabor a gloria, llenas de esperanza.
A veces llegan cartas
con olor a rosas que sí son fantásticas.
Son cartas que te dicen …
Bueno, en realidad la carta recibida no sabía exactamente a eso, ni despedían ese olor a rosas, pero al menos exponía sus ‘razones’ sobre su silencio. La carta era bastante larga, contradictoria en algunas cosas, no comprensible en otras, pero eso no prueba más que vivimos en planos de sensibilidades diferentes. Quizá el valor esencial de la carta estaba en el comienzo:

"Hola

Bueno, primero me entristerce un monton su mensage ya que interpreta mi "silencio" como lo dice de manera un poco rapida y exesiva.

Me reprocha no haberle dicho que habia recibido la respuesta a mis preguntas... la verdad es que no pensé ni un momento que usted iba a preguntase si yo habia recibido o no la respuesta…" (véase mi carta)

Pero lo esencial de esto que no deja de ser una anécdota, viene ahora. Son las preguntas que el Náufrago se hace a sí mismo:

- ¿ Debo sentirme ‘responsable’ de ‘haberla entristecido un montón’? ¿Mi carta fue ‘rapida y exesiva’? ¿Fue realmente un ‘reproche’ el escribir lo que para mi era una norma de simple educación? ¿Si escribo algo, debo olvidarme de que se responda?

- Y la pregunta principal: ¿Jóvenes y mayores entendemos de la misma forma lo que en un tiempo se llamada ‘educación’,? ¿ o simplemente es una cuestión de ‘sensibilidades diferentes?

Ahora, si les digo la verdad , lo que sigue dándome vueltas en la cabeza son dos cosas. La primera esa expresión ‘me entristece un monton su mensage’ – porque al que le duele es a mí que le haya dolido.

En segundo lugar, esto a su favor, que , entre incongruencias , haya hecho el esfuerzo de escribir a lo que ella estima un ‘reproche’, cuando en realidad se trataba de expresar era ‘una extrañeza’.

¿ Jóvenes y mayores, hablamos el mismo lenguaje?

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Cuando uno hace algo mal y, por ello, recibe un ligero tirón de orejas, lo fácil es echar balones fuera o, mejor aún, devolver la pelota al "tiraorejas" para desviar la atención sobre el motivo de aquel tirón y que sea él el que se sienta culpable.
Me inclino a pensar que, de no haberle enviado aquel mensaje, la señorita Carine habría pasado de responderte nada. ¡Claro que yo soy un poco malpensada!
Y, en mi opinión, las sensibilidades diferentes no son tanto consecuencia de la diferencia de edad como de la educación recibida.

Con un simple "gracias por la ayuda" habría quedado como una reina.
De todos modos, démosle el beneficio de la duda ya que, aunque con algo de retraso y reprochando el tironcillo de orejas, parece que ha tratado de enmendarse un poco.

Y de sentirse mal porque ella se sienta mal, ¡ná de ná!
Anónimo ha dicho que…
Hola Julio, ya debes andar por tierras gallegas, sólo decirte que me alegro mucho de que te contestara, de una manera u otra pero es mejor eso que nada.

Todos cometemos errores, todos escurrimos el bulto, y todos procuramos echarle la culpa al de al lado, cuando lo que nos hace crecer es reconocer las cosas y enfrentarlas.

No tiene que dolerte nada, te ha escrito a la defensiva porque algo de vergüenza habrá resonado en su interior. Además al final no sólo la ayudaste con su trabajo, también le enseñaste algo más.

Besos y buen viaje

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