Fin de semana: Contrastes

A veces, cuando el Náufrago tiene asuntos importantes que tratar, siente preocupaciones o simplemente se siente sereno y sosegado, se acerca al mar para compartir con él sus sosiegos o sus desazones. El mar siempre habla y a veces su lenguaje encaja muy bien con los estados del ánimo, o del ánima.

Esta tarde necesitaba ver el mar, porque aunque , a diferencia de la canción, 'desde su ventana el mar sí se ve', se ve desde muy lejos. Y al mar hay que verlo y hablarle de cerca. Eran las siete de la tarde cuando Douce y el Náufrago llegaron a su playa. 'La playa estaba desierta y el mar, si se descuidan, hubiera bañado sus pies'. Y no estaba la tarde para pediluvios... Hacía frío y el mar estaba alterado. Las olas rompían contra las rocas y las paredes del paseo. Extrañamente, mientras Douce se dedicaba a sus 'cosas', el Náufrago contemplaba aquel fuerte cabalgar de las olas y encontraba un extraño sedante para su ánimo alterado.

Una de las cosas que le han alterado es que en el semi frustrado arreglo de su ordenador ha perdido toda la información que tenía almacenada desde hace años. De gran parte no había hecho copia. La sensación que sintió al comprobar que lo que aparentemente 'salvado' no aparecía por ninguna parte, fue como si le hubieran desnudado por dentro y si hubiera quedado semi vacío. Sin documentos, direcciones de correo, mensajes enviados y recibidos, fotos, trabajos...

- “Tardarás algún tiempo en recuperarte de este vacío, le dijo el mar. Pero ya me ves a mí. Hay días , como hoy, que estoy enfurecido,enrabietado, y descargo mi furia contra las rocas y todo lo que se me pone por delante, hago grandes hondonadas en la playa... Pero si vuelves por aquí , quizá mañana, o dentro de unos días , me verás tranquilo, sosegado, disfrutando del vaivén suave de mis olas..."

  • “ Vale, tío, le respondió el Náufrago. He captado tu mensaje”.

Llamó a Douce, que se hallaba en posición sospechosa, y subieron hacia el paseo recogido que bordea la playa. Era viernes, las siete de la tarde, hacía más bien frío y el viento que soplaba no hacían nada acogedores los rincones del paseo que en los fines de semana se convierte en pequeños cenáculos donde adolescentes y adolescentas montan sus 'chiringuitos' botelloneros.

La llegada de aquel grupo de jovencitas, serían siete u ocho, y rondarían los 15 ó 16 años, le sacó de su ensimismamiento. Caminaban con sus bolsas de plástico en las manos, llenas del correspondiente surtido de refrescos, vinos y licores. Parecía que la inclemencia del tiempo no les impedía celebrar la ceremonia iniciática. Llegaban a pie, pero en el recinto festivo ya había otros pequeños grupitos que llevaban avanzada la ceremonia, a juzgar por las 'posiciones' evacuativas de algunos jovencitos, indicativo de que la 'necesidad' surge una vez llenado el depósito del alcohólico carburante. Cerca, casi al lado, un grupo menos numeroso, tres o cuatro, tenían la parte posterior del vehículo levantada que servía al mismo tiempo de mini bar, y sala de fiestas con sus altavoces.

Tres grupos contó el Náufrago a estas 'tempranas' horas de la tarde. Tres grupos de diferente 'rango', las de 'a pie', los 'moteros' y los con derecho a mini bar incluido, pero unidos en la comunión de la mismo rito: la libación semanal. Hacía demasiado frío o era demasiada la distancia para que el Náufrago y Douce se sumaran a la celebración. Quizá lo hagan en privado.

En contraste, con la supuesta 'alegría' del festejo, cuando el Náufrago, ya en el coche , emprendía el viaje de regreso a casa, contempló, sentada en un banco, enfrente del edificio del Casino que preside el Sardinero, a una jovencita de unos veintitantos años. Su cara embadurnada de purpurina, su sombrero, su largo vestido blanco en la mano y su cesta de flores en la mano, esperaba, se supone, que los escasos paseantes que a esas horas, con ese tiempo pudieran pasar por delante de ella, contemplar su inmovilidad de mimo, aguantando viento y frío, meter una mano en el bolsillo buscar unos céntimos y depositarlos en la cesta de la soledad más sola.

Contrastes.

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