… PERO NO QUIERES SER CASTRENSE
- ¿Qué estás haciendo? Hacía algún tiempo que no te veía delante del ordenador.
- Hola, Douce. ¿Tú por aquí? Sí, como sabes, he estado por ahí unos días de viaje.
- Sí, eso ya lo sabía. Pero te pregunto ¿qué haces con esas fotos?
- Son paisajes, monumentos, gentes… todo aquello que me ha llamado de alguna manera la atención durante mi viaje. Quería ‘guardarlo’ para poder revivirlo. O para enseñártelo a ti, por ejemplo, y así vieras por dónde he andado. Por cierto, me hubiera gustado mucho que me hubieras acompañado. Pero ya sabes que no todos los humanos os reciben de buen grado.
- Los sé, y ya no me preocupa demasiado. ¿Y esas cosas redondas de piedra qué son?
- No son ‘cosas’, con casas. Las utilizaban los romanos. Unos señores que nos vinieron a ‘visitar’ hace ya muchos, muchos años.
- ¿Y no tenían tejado?
- Sí tenían tejado. Era como si fuera un gorro chino. Lo hacían con ramas, sujetas con cuerdas. Dentro había un poste en el medio de la casa que servía para sostenerlo…Este ‘castro’ que es como lo llamaban los romanos a estas pequeñas ciudades o citanias, está en lo alto de un monte que se llama de Santa Tecla, o Santa Tegra.
- La verdad que esos romanos no estaban tan locos como dice Asterix… Hay que ver qué sitio más bonito escogieron… ¿Qué es eso que se ve ahí abajo?
- Es la desembocadura de un río que se llama Miño…
- ¿Es ‘tuyo’?
- Déjate de chistes, que además tú no dominas el gallego. Hicieron este castro tan arriba, quizá para vigilar la ría y el tráfico de esta hermosa costa que ves ahí abajo. Más tarde, cuando ya fueron asentándose, y crearon las carreteras, ‘las calzadas, fueron ocupando otros lugares e hicieron otro tipo de ciudades…
- No me digas que también les dio por hacer ‘adosados’.
- No, no tenían tan mal gusto, como otros que he visto a lo largo de la costa…
- Oye, ¿Y esa estatua tan alta qué es?
- Está unos kilómetros más arriba de la costa, en una villa preciosa que se llama Baiona. La estatua que tú dices, que tiene 15 metros de alto. Es la Virgen de la Roca y sostiene en su brazo derecho un barco que sirve de mirador.
- ¿Y te subiste hasta el barco?
- No, porque aunque por dentro de la estatua hay una escalera que lleva hasta ese ‘barco-mirador’, esa mañana estaba cerrada. Así que me quedé con las ganas. Pero cuando era más pequeño, sí que subí. Si he vuelto a estos sitios, entre otras cosas, es porque quería ver qué efecto me producía volver por allí después de tantos años.
- ¿Y qué efecto te ha producido volver a verlos, si se puede saber?
- Son muchas emociones, muchos descubrimientos de todo tipo, que te contaré en otro momento. Ahora, voy a seguir ordenando estas fotos. ¿Te parece?
- Me parece, pero con una condición. Cuando termines tu ‘trabajo’, te acordarás que me debes un paseo.
- De acuerdo. Daremos ese paseo.
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