Cuando ' se cablan los cruces'...

Si han visto la presentación de las dunas y la playa que me dedicó ayer mi papá, se habrán podido percatar – los imagino perspicaces - que lo tengo en el bote. Esas cosas, las féminas lo sabemos. Lo que pasa es que a veces no nos damos por demasiado enteradas, porque no conviene darles demasiadas ‘seguridades’. Si en lugar de ser él el que físicamente me lleva, a veces, atada con una correa, fuera yo quien debiera sujetarlo, usaría de una de esas correas que se estiran y se encogen, como la tripa de Jorge. Son muy prácticas, porque les das cuerda y se sienten ‘dueños’, pero si por ventura les diera por ‘escaparse’, un tironcito a punto, les viene muy bien. Solamente para recordarles las reglas del juego, tácitamente escrito, el de ‘o jugamos todos, o rompemos la baraja’.

Y no sé por qué he escrito eso, si de lo que quería hablarles era de otra cosa. Quizá lo haya escrito para darme doble importancia: que sé que lo tengo ‘enganchado’ y que sé, por instinto, cómo manejarlo. Pero no me gusta la palabra ‘manejar’, porque yo no trato de manejar a nadie, sino de ‘entenderlo’, que son cosas diferentes. Porque cuando las féminas nos ponemos en plan ‘manejón’, también podemos resultar insoportables. ¡Dios mío, trato de ir a lo que iba y me sigo enredando! También esto de enredarse cual persiana o estor, es un arte muy mío. Perdonen.

Lo que quería decir es que, lo veo un poco aturullado, porque no sé si se le lengua la traba, se le cablan los cruces, o si se le cielan los santos, así que lo distraigo del trato. Perdón ahora soy ya a la que se le cablan los cruces. Quería decir que trato de distraerlo. Además eso le va mucho.

Me contó alguna vez, que alguien, en algún momento, en algún lugar, le contó que los humanos a veces llevan algún enano cabrón, que no hace más que tratar de joder el invento. A veces, el enano cabrón se pone detrás de la oreja, para soplar no se sabe qué tonterías, otras se dedica a tocar los cojones. Algunas ni se sabe por dónde anda, ni qué es lo que pretende y por más que le buscas, no consigues dar con él, porque el muy cabrón es tan diminuto que no hay manera de encontrar dónde se esconde. O sea que hace lo que le sale de la punta del gorro.

Bueno, pues para mandar a ese enano a frescar tiempo busco - ¡otra vez!! – yo le recomiendo varias cosas, la primera que se olvide del enano y piense que yo estoy deseando salir a dar una vuelta. Otra, que puesto que le acaban de regalar dos libros que le muchan gusto, ¡jolín con los ‘contrapiés’!, se me está pegando. Quería decir que uno de los libros que le han dejado, porque es un préstamo, es Los juegos de Mastropiero, donde uno de los Luthiers, Carlos Núñez, describe muy bien todos los juegos que estos maestros del humor y del arte utilizan en sus actuaciones. Es algo que a mi papá le encanta: jugar, jugar con las palabras, para poder jugar cuando la vida trata de hacerte trampa.

El segundo libro es más serio, pero también está lleno de ‘lecciones’, sin que el autor pretenda adoctrinar a nadie. Se titula “El cazador de instantes” del escritor, profesor, filósofo de la vida, Rafael Argullol.

Y ya que he citado ambos libros, les dejo alguna de las muestras que mi papá ha seleccionado, así comprenderán porque se nos lengua la traba:

Una conocida “Metátesis’ de Manuel Mallorquín
Ahora que los ladros perran,
ahora que los cantos gallan,
ahora que albando la toca
las altas suenas campanan;
y que los rebuznos burran,
y que los gorjeos pájaran
y que los silbos serenan
y que los gruños marranan...
(¿ No les recuerda esto a los Pepiños, los Acebes, los Rodríguez, los Carod, los Llamazares y Rajoyes?

- Y ahora, algo más serio y enjundioso del segundo libro:
“Sólo nos percibimos como seres dotados de una identidad propia cuando habitamos la ‘diferencia’ que proporciona el dolor o el placer. Por el contrario, en plena normalidad somos un cualquiera

“Hay que desconfiar de aquellos que no han descendido a los infiernos al menos una vez en su vida. No sirven para la amistad, el amor o el arte. Sobre todo no sirven para el oficio de seres humanos: no han pasado la ‘prueba’ que permite alcanzar el título de hombre.”
¿Cómo les ha quedado el cuerpo?
Suya, DOUCE

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