Douce, maestra zen

- ¿Douce, estás dormida o solamente descansas?

-Ya sabes que mi descansos, salvo por la noche, son un duerme-vela. Los perros, en general no dormimos a pata suelta. Tenemos una especie de programa interior que nos indica que debemos estar prestos en cualquier momento, para lo que necesite de nosotros nuestro amo y señor.
Somos, ante todo, seres disponibles. Cosa que los humanos no llegáis a comprender del todo. En general, estáis más preparados para que os sirvan, que para servir. Pero creo que me he extendido demasiado y no he respondido a lo que de verdad me estabas preguntando. En realidad, al decir ¿‘estás dormida’?, me estabas queriendo decir: “necesito hablar contigo”.

- Como siempre. No sé si llamarte intuitiva, perspicaz o, simplemente, Douce. Quería proseguir la conversación que tuvimos ayer, sobre esa extraña ‘reencarnación’ tuya humano-canina.

- En realidad, no importa tanto mi historia anterior, y sí lo que puedo enseñarte desde mi actual condición ‘perruna’. Recordarás que mi ‘consejo’, aunque no me guste demasiado esa palabra, era que ‘disfrutaras intensamente de tu paseo, y dejaras tranquilas la máquina de vapor de tu mente’, si de verdad quieres vivir la VIDA.

- Lo recuerdo perfectamente y traté de hacerlo: centrarme en el paseo que estaba dando, en las fotos que sacaba, disfrutar de cómo un simple espejo de agua nos muestra otra ‘realidad’ al verla invertida. Ver la imagen de unos edificios altos reflejados en el agua, y más abajo aún el cielo, era una impresión que nunca había sentido. Me refiero a ver el cielo allá abajo, como si estuviera muy profundo…

- Ya ves, una visión, una sensación, un sentimiento, una emoción –llámalo como quieras – que no necesitaba del ‘pensamiento’, como a veces lo entendéis.

- Sí, algo de eso intuí. No pensaba. Me abandonaba a aquella sensación extraña, nueva, que me habitaba en ese momento. Era Yo sintiendo.

- Veo que algo has entendido. Ahora perdona, porque a lo mejor no te dejo meter baza, pero es que lo necesito para explicarte el mundo desde una visión canina.

- Adelante. Escucharé procurando no interrupirte.

- Mira, en primer lugar esos pensamientos que tanto os atormentan algunas veces, que hacen que os preocupéis, esteis tristes, sintáis miedos, os juzguéis a vosotros mismos, yendo hacia atrás, repasando experiencias vividas o adelantando las que puedan venir de acuerdo con lo vivido, no sirven más que para eso: preocuparos, entristeceros, amedrentaros, hacer sufrir innecesariamente. Identificáis el pensamiento y lo que sois. Y no es del todo cierto.

Mírame.Yo no tengo pasado. Tampoco tengo futuro. Me explico. No tengo un ‘pensamiento’ que me recuerde ‘intelectualmente’ las cosas que me han ocurrido, y mucho menos ‘pienso’ qué va a ser de mí, dentro de un cuarto de hora, de un día, un mes, o los años que me queden. Yo sólo vivo, siento el momento que estoy viviendo, (ahora mismo gozando de estar tumbada en la cama, sin más preocupaciones). Estoy ‘viviendo’ en este momento el placer de descansar, sin nada más que ocupe mi ‘mente’. Luego, cuando me saques, disfrutaré de los olores que encuentro, reaccionaré si veo un perro grande que siento como una posible ‘amenaza’, le indicaré con ladridos: 'no me gustas, te tengo miedo’… Y no le daré más vueltas. Luego, cuando ‘sienta’ a algún perrito más simpático, le haré fiestas, jugaremos. Y ya está. Cada momento lo viviré a mi manera…

- Estupefacto me tiene, señorita Zen, digo Douce.

- Pues no he hecho más que empezar a soltarte este rollo. Además para que veas que yo también sé cosas de vosotros, los hombres. Voy a explicarte, desde cuando fuisteis condenados a ser infelices.El otro día te hablé de la Biblia del perrito: “No conviene que el hombre esté sólo… vamos a darle un amigo, el perro” ¿Te acuerdas?”

- Me acuerdo.

- Bueno, pues ahora sigo con tu Biblia. Vosotros vivíais en un Edén, donde teníais de todo, sol, frutas, árboles, aire puro, animales a vuestra disposición, ausencia de preocupaciones. Todavía no habíais tenido que aprender a ganar vuestro pan con el sudor de vuestra frente… Y fíjate, ahora, ¡lo que tenéis que sudar para comprar una baguette, y lo que os va a costar!

El problema empezó, cuando un tío listo, disfrazado de serpiente, os tocó la fibra sensible. Sabía perfectamente cuál era vuestro punto débil. Queríais pensar por vuestra cuenta, pensar como ‘piensa’ vuestro Dios. Creíais que ‘pensando’ iba a mejorar vuestra situación que estaba empezando a pareceros ‘aburrida’. ¡Pensasteis y la cagasteis, con perdón, Burtlancásteres! En cuanto empezasteis a darle al caletre, que si ‘como esto, seré lo otro’…os olvidasteis de pasear, de coger la fruta que os apeteciera, pasearos sin padecer frío ni excesivo calor, respirar aquel aire sin cambios climáticos… Os olvidasteis de vivir y empezasteis a pensar, es decir a sufrir.

- ¿Estás sugiriendo que no debo pensar?

- Lo que te estoy sugiriendo, dado que las cosas están como están, que pienses que tu esencia no es el pensamiento, sino un Yo más profundo y auténtico, al que amordazas y no le dejas vivir, dando tantas vueltas a la cabeza que te impiden hacer lo más importante, sentir ese YO al que estás ahogando constantemente, con tanto ir del pasado a un futuro que tú te creas, que proyecta tu mente. Identificas pensamiento y vida. Proyectas mentalmente el futuro, para encontrar una especie de liberación del presente. Pensamiento y conciencia, no son sinónimos. La conciencia, sentirte, no necesita del pensamiento.

- Douce, te agradezco lo que me estás diciendo. Creo que tienes bastante razón en lo que dices, pero aún soy esclavo de mis ‘pensamientos’. ¿Me permites que me tome un tiempo para pensar en lo que me has dicho?

- Por supuesto, zoquete, vas a necesitar bastante tiempo en asimilar las cosas que te estoy diciendo. Te las recordaré de vez en cuando. Y mientras: mírame, obsérvame, siénteme y ya habrás dado el primer paso de VIDA.

- Gracias, trataré de hacerlo.

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