Una semana en DJALA (Sahara)

Transcribo las emociones que Sofía, una joven de 17 años, ha escrito a su vuelta de una experiencia vital para ella y los 17 compañeros y compañeras que la acompañaron.

Han pasado una semana en el campamento de Djala, conviviendo con familias saharauís, compartiendo jaimas, colchonetas, tés, talleres, juegos. Y han vuelto seducidos por la llamada del desierto y la ilusión de los que sueñan volver a su patria. Huelga cualquier otro comentario.

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Jamás creímos que se pudiera experimentar en un tiempo récord de siete días, tantos sentimientos, cambios y sensaciones.

Nuestra aventura no sólo comenzó a partir del momento en el que cogimos el avión cargados de emociones y nervios, sino que ya venía desde hace tiempo: numerosas reuniones, mercadillos y operaciones euro. Lo que derivó en el más apasionante viaje, con mejor fin, de nuestras vidas.

Posiblemente, si éste fuera el anuncio de una agencia de viajes, la luz del sol equivaldría al brillo de una mirada cercana, sincera...humana; las altas palmeras, el orgullo de un pueblo que a pesar de todo, se siente UNIDO; la inmensidad del desierto es la esperanza, y donde ésta, ha aprendido a convivir junto a la paciencia durante los últimos TREINTA años; El amanecer nuestro comienzo, el atardecer...¿nuestro final?, cuyo precio es... la verdadera solidaridad.

Y es que, es aquí donde al ver la sonrisa de un niño iluminando su cara a pesar de las necesidades, te das cuenta de que por primera vez has hecho algo realmente importante, difícil de expresar. Porque por una vez aprecias lo fácil y agradable que es sonreír. Por eso, ojalá, que nuestra sonrisa nos acompañe siempre.

A vosotros, Blanca, Javier y Fernando os queremos agradecer desde lo más profundo de nuestro corazón, el que nos hayáis brindado esta bonita oportunidad: Por supuesto no nos olvidamos de Merche, gracias a ella el viaje pasará a la posteridad, y Rubén, cuya mejor medicina es la risa.

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