Enseñar: dos experiencias


Esta tarde mi hija , que ha estado haciendo prácticas didácticas en un Colegio Público, porque forma parte de la carrera que ha elegido, me ha enseñado los dibujos con que sus alumnos le han obsequiado el último día que les ha dado clase.

Los he visto con interés y emoción,por ella y porque me han recordado que hace muchos años, con su misma edad, yo tuve también mis primeros alumnos y se los he enseñado. Han pasado los años, pero las caras de curiosidad, los grandes ojos ilusionados que miran a la cámara, los gestos serios, pícaros, reservados o abiertos, son los mismos. Pequeñas diferencias marcan apenas el paso de los años.En mi foto, 27 caras, todo chicos; en la suya 19 , 8 chicos y 11 chicas. En mi foto, en blanco y negro, 27 segovianos; en la suya, 9 extranjeros:moldavos, chinos, paraguayos, colombianos, ecuatorianos...

En los dibujos, unas frases ingenuamente cariñosas:

"Que buelbas"
"Me ha gustado mucho hacer cosas contigo"
"Gracias por todo"
"Para Teresa, que estes muy bien"
"Para la mejor profesora, te extrañaremos"
"Gracias por estar con nosotros"
"Teresa montada en una lancha"
"Adrián y Terea. te hecharemos de menos"



Y este dibujo de Oscar "pintando" el día que Teresa tocó el violin en clase, visto con sus ojos de siete años. Y esta aclaración, por si hubiera dudas:
"Teresa un dia trajo su biolin y le toquo. Y le toquo muy bien" .

Dibujo y texto recrean la realidad


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