Releyendo a Platero

DOUCE Y YO

Mira, Douce, después de que tú compusieras esa presentación con las imágenes de Idígoras y Pachi y adjuntaras aquellos textos, cogí el viejo libro de Juan Ramón que andaba por las estanterías de eso que llamamos biblioteca. Fui leyendo capítulos al azar, porque entre otras virtudes de este libro: ternura, poesía, sencillez, humor, cercanía, olores, luz, nostalgias… permite abrirlo por cualquier página. Cada capítulo es una historia completa. El libro es una serie de ‘momentos’ y emociones yuxtapuestos.

Leí algunos y hasta pensé que me hubiera gustado escribir algo tan hermoso y que llevara este título: “Douce y yo”. En realidad ya tengo algunos capítulos. Lo que pasa es que los escribes tú y entonces tendría que titularse “El Náufrago y yo”.

Pero dejemos esos ‘gamusinos’ y vayamos al Capítulo CXXXVIII, que me afectó particularmente. Aunque parezca triste, está lleno de vida, a mi entender. Lee:


PLATERO, EN SU TIERRA

"Un momento, Platero, vengo a estar con tu muerte. No he vivido. Nada ha pasado. Estás vivo y yo contigo... Vengo solo. Ya los niños y las niñas son hombres y mujeres. La ruina acabó su obra sobre nosotros tres —ya tú sabes—, y sobre su desierto estamos en pie, dueños de la mejor riqueza: la de nuestro corazón.

¡Mi corazón! Ojalá el corazón les bastara a ellos dos como a mí me basta. Ojalá pensaran del mismo modo que yo pienso. Pero, no; mejor será que no piensen... Así no tendrán en su memoria la tristeza de mis maldades, de mis cinismos, de mis impertinencias.

¡Con qué alegría, qué bien te digo a ti estas cosas que nadie más que tú ha de saber!... Ordenaré mis actos para que el presente sea toda la vida y les parezca el recuerdo; para que el sereno porvenir les deje el pasado del tamaño de una violeta y de su color, tranquilo en la sombra, y de su olor suave.

Tú, Platero, estás solo en el pasado. Pero ¿qué más te da el pasado a ti, que vives en lo eterno, que, como yo aquí, tienes en tu mano, grana como el corazón de Dios perenne, el sol de cada aurora?

Moguer. 1916

Comentarios

Sylvia Otero ha dicho que…
Me encantó el cuadro de Sorolla. No lo conocía. Por supuesto que también Platero y yo.
Julio ha dicho que…
Para mí, también fue una agradable sorpresa encontrar este retrato de Juan Ramón, pintado por Sorolla. Es la imagen más fresca del escritor melancólico que conozco.

Esas luces, esos colores vivos, esa actitud descansada, me dan una imagen físisca de JRJ más viva.

Es bueno tener juntos a ambos artistas. Maestros, cada uno en lo suyo.

Disfrutemos

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