Cuando la Tierra se enfada

ENTRE NUBES Y CENIZAS

Mira, Douce. Hasta la isla han llegado estas fotos que tú has ordenado, como tú sabes hacerlo. Las fotos son magníficas. Allí estuvieron, en el lugar y en el momento adecuados, unos señores con unas magníficas cámaras para dejar constancia de esos momentos en que la Naturaleza se enfada, muestra todo su poder, y dice: “Aquí estoy yo” y hace una exhibición de su fuerza. Es como si de vez en cuando, quisiera demostrarnos, que toda nuestra técnica, todos nuestros sofisticados aparatos, nuestro orgullo de 'homo sapiens sapientisimus', a su lado, seguimos siendo unas minúsculas hormigas. Un zarpazo y ¡zas!, y se van al garete nuestros proyectos y todas nuestras previsiones. Basta que un simple volcán, que pernocta debajo de un glaciar se despierte de mal humor y arroje por su boca toda su rabia. Entonces, el cielo de una parte del planeta, se llene de cenizas, se nubla, y hombres y animales nos asustamos.

Y lo que más daño nos hace es que millones de viajeros no puedan volar, tengan que cambiar sus planes, estén desorientados. Los gobiernos, asesorados por los vulcanólogos o cómo se llamen, no saben qué hacer, qué medidas tomar, cuáles son las adecuadas. Nos duele porque tenemos que cambiar nuestros planes y empezamos a calcular el dinero que nos cuesta el enfado de un volcán despechado. Lo del dinero, sobre todo, nos fastidia mucho. Las compañías aéreas empiezan a calcular sus pérdidas, los viajeros, sin aviones, esperan, no saben qué hacer, a quién contarle su frustración. Barcos, autobuses, taxis, todos empiezan a movilizarse. Mientras, la Tierra se despereza de su siesta y sigue dando manotazos, sigue rugiendo, como si quisiera recordarnos: “Sin mí, no sois Nada”.

- Papá, detén un momento el carro ¿Quieres? Te he escuchado pacientemente, pero una vez más…¿No crees que te has pasado, agorero?”

- Quizá, Douce, pero es que estaba pensando lo pequeñitos que somos ante este Universo, del que sólo conocemos una diezmillonésima parte, calculando por lo bajo, y lo tontos que nos ponemos con nuestra presunta Ciencia.

- Bueno, si tú lo dices. Yo sólo he colocado estas fotos una detrás de otra. Ni siquiera andaba por allí, como esos caballos. Me he fijado en esas imágenes, he visto qué hermosa se pone la Tierra, incluso cuando se enfada. Tu rollo, en parte lo comprendo, pero tú a mí no me encargaste que me pusiera ‘metafísica’. Compréndelo, sólo soy una perrita. Me contento con vivir, con obedecer, a veces, y el resto hago lo que me place: '¿Me entiendessss?'

- Perfectamente, pero no me gusta que hagas de Belén Esteban, porque eso sí que es un tormento

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