Callejeando

LA 'ASOMBROSA PERSPICACIA' DE UN SERCLOK HOLMES DE PACOTILLA

Hoy el Náufrago, se ha puesto el traje de faena, ha dejado el coche en casa, se ha servido del transporte público y se ha empapado un poco de vida. La vida de la calle. Ya está bien de vivir en el limbo de las letras y la escritura

Son varias las anécdotas con las que se ha encontrado, o se ha buscado, para acercarse a trocitos de vida cotidiana. Nada más apearse del TUS (Transportes Urbanos de Santander) se dirigió al cajero para reponer su menguada bolsa. A la puerta se le acercó una chica morena, el gesto decidido, mostrándole una tablilla y una hoja con el logotipo de no sé qué Asociación de discapacitados sordomudos. Allí figuraban casillas para nombres y apellidos, DNI firma, e importe del 'donativo'. Hizo como que se interesaba y preguntó de qué asociación se trataba. Sólo obtuvo gestos, porque la chica era 'sorda y muda'. El Náufrago le preguntó, adrede, si podía sacarle una foto. La 'sordomuda' salió corriendo como si le hubieran mentado al diablo.

Cómo ya sabía de qué se trataba. Siguió su pista. Al poco tiempo, observó que la joven se dirigía a otro señor y hacía lo mismo. Aprovechó entonces la ocasión para sacar la foto denegada. La joven se había dirigido a un amable señor que estampaba su nombre y firma en aquel folio. Ya se marchaba, cuando vio a otra 'jovencita', un poquito más rellenita, que hacia lo propio con una pareja, madre e hija, que por el aspecto parecían extranjeros, y que también dejaba su firma en la tablilla y algo más.

Cambió de calle, hacia la oficina de turismo en busca de información, turística por supuesto y ¡oh sorpresa!, allí encontró a las dos ya 'conocidas', a las que se había una tercera. Ésta, más alta y también morena. Las siguió un poco creyéndose un Sherlock Holmes de pacotilla y vio que en su periplo no cesaban de acercarse con decisión y rapidez a sus clientes que, sorprendidos, no sabían cómo actuar. Este tercer 'encuentro' fue con un matrimonio, que por el aspecto podían ser ingleses recién bajados del Ferry y arrastraban las ruedas de sus maletas camino del hotel, dedujo Holmes. Allí estaban las tres, cortando el amerizaje de los dos turistas que no sabían qué hacer con aquel trío que les rodeaban.

No sé cuánto recaudarán en estos 'paseos' por los sitios más concurridos, pero en el último recuadro al que Sir Sherlock pudo ver en su asaltante, había cifras de 20 y 25€. Podría añadir algo sobre este aspecto que el Náufrago conoce bastante bien, pero de momento calla. Esto no es nuevo, la 'autoridad' lo sabe y lo deja correr como 'caso perdido' y prefiere hacerse el longui


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