La eterna melopea

BANDERAS Y PANCARTAS

Les juro por Abraracourcix, Obélix, Panoramix, Astérix, y demás galos, que al Náufrago de esta isla no le gusta nada, pero nada, nada, hacer comentarios sobre la deriva política de este país, o lo que sea. Está la mar de tranquilo haciendo de Robinson en su isla, sentado debajo de una palmera o de un cocotero, con Douce husmeando, y un libro del Petit Nicolas en la mano. No le apetece nada tener noticia de alguien que se llame Garzón, otro que se llame Zapatero, más las Cospedales , los Rajoy o los Blanco que se pasan la vida dándole a la sin hueso. Hace algún esfuerzo, para que las olas no lleven hasta su playa, botellas (sin Anas) con noticias de manifestaciones de ‘éxito’, de montañas nevadas y banderas al viento, pancartas con “Juzgad a los fachas, no al Demócrata” o “Garzón, masón, vete a prisión”. ¡Qué aburrido, cansino, repetido, triste, desalentador, suenan otra vez los mismos gritos!

¿Pero es que no hay otros problemas, y muy serios, en esa dichosa península, para que retrocedamos no sé cuántos años? ¿Do están los millones de parados, do los comercios cerrados, do los arcas vacías, do las sentencias manoseadas durante años, do los que se escapan de rositas, do los que comen en las ‘cocinas domésticas… do el re, mi, fa, sol de esta canción de nación que suena tan rayada?

Y de repente, como si surgiera de un sueño remoto, de una pesadilla, ver caras que ya daba por desaparecidas, voces oscuras, escapadas de ultratumba: "la calle está menos dividida que los políticos, que la prensa, los medios de comunicación" (un tal Santiago Carrillo, dixit). Es como si de pronto el túnel del tiempo nos hubiera abducido y regresáramos a nuestra ‘pre-historia’. De verdad, este fin de semana, el Náufrago creía haber retrocedido más de cuarenta años.

Con esta náusea dentro, el Náufrago puede prometer y promete, que dejará pasar bastante tiempo antes de que en esta isla se hable de una melopea tan triste. ¡Si es que envejece uno varios años de golpe! Que nada ni nadie, nos estropee la Prima Vera

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