El día del animal


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Pues miren ustedes yo, como perrita, también barro para casa cuando encuentro la oportunidad. Hoy, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, según me han dicho, yo me he servido de una página que se titula: “29 DE ABRIL, DÍA DEL ANIMAL", para hablar de lo mío. Mejor, de lo ‘nuestro’. Al menos así lo celebran en Argentina este día y yo me he apuntado. Quiero a mi papá, quiero a la familia donde vivo y quiero a todos los que me quieren y no me hacen ‘humanerías’.

Sólo quería recordar a los humanos, a los desmemoriados o a los que nunca lo supieron, que nosotros, los ‘animales’, colaboramos y compartimos con ellos su vida y este maravilloso planeta. Sin caballos, sin vacas, sin pájaros, sin peces, sin monos, sin perros, sin aves, sin insectos… y otros bichitos, la vida, su vida, estaría incompleta y sería muy aburrida. Si nos pusieron el nombre de ‘animales’, es porque ‘animamos’ la vida. Sin nosotros, ¿cómo se las apañaría el hombre para trabajar, para disfrutar, para vivir, para aprender a querer…?

Miren, no voy a aburrirles, sólo les pido que piensen un poquito en nosotros, que aprendan a respetarnos, a no maltratarnos, a considerarnos como algo vivo, que siente, que sabe amar, que no desea ningún mal para el hombre. Todos, incluso eso que ustedes llaman ‘salvajes’, cumplen su función en la vida. Piénselo, aunque sea un momento. Con eso, me contentaría. Hoy, con mi papá, celebraremos este ‘Día del Animal’, aunque no estemos en Argentina. Les invito a que se sumen a la celebración. Si tienen en casa, un gato, un perro, un pájaro, o cualquier otro amigo de ésos, mímenlo y si no lo tienen, fíjense en un mirlo, una gaviota, un gato o cualquier perro que deambule por la calle, y sonrían. Se lo pide,
DOUCE



Callejero
(Alberto Cortez)

Era callejero por derecho propio,
su filosofía de la libertad
fue ganar la suya sin atar a otros
y sobre los otros no pasar jamás.

Aunque fue de todos nunca tuvo un dueño
que condicionara su razón de ser,
libre como el viento era nuestro perro,
nuestro y de la calle que lo vio nacer.

Era un callejero con el sol a cuestas,
fiel a su destino y a su parecer,
sin tener horario para hacer la siesta
y rendirle cuentas al amanecer.

Era nuestro perro y era la ternura
que nos hace falta cada día más,
era una metáfora de la aventura
que en el diccionario no se puede hallar.

Era nuestro perro porque lo que amamos
lo consideramos nuestra propiedad
y era de los niños y del viejo Pablo
a quien rescataba de su soledad.

Era un callejero y era el personaje
de la puerta abierta en cualquier hogar,
era en nuestro barrio como del paisaje,
el sereno, el cura y todos los demás.

Era el callejero de las cosas bellas
y se fue con ellas cuando se marchó,
se bebió de golpe todas las estrellas,
se quedó dormido y ya no despertó.

Nos dejó el espacio como testamento,
lleno de nostalgia, lleno de emoción,
vaga su recuerdo por mis sentimientos
para derramarlos en esta canción.

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