La feria de los inventos

DE CÓMO CADA CUAL HABLA DE LA FERIA, SEGÚN LE FUE EN ELLA

HABLA DOUCE:

Heme aquí de nuevo, sirviendo de cortafuegos o apaga fuegos. Pueden elegir. Cuando el Náufrago, se cansa de meterse en camisas de once varas (una vara = 33 pulgadas, o sea, 0,84 metros, que me lo he estudiado), entonces me pide a mí que le eche una mano. Sólo se acuerda de Santa Bárbara (o sea, de menda) cuando hay tormenta. Hoy me ha encargado que para olvidarse del pandemónium de la política, escriba algo más suave.

Para ‘suavidades’ estoy yo. Quiere que les cuente la faena que me jugó el sábado pasado por la mañana. Me dijo: “Douce, prepárate. Hoy toca un paseo de rechupete. Vamos a la playa, calienta el sol”. Escogí el collar sencillo, en lugar del arnés, para ir más ligerita y subimos al coche. Yo relamiéndome, soñando en la arena, en el agua, en los revolcones, en los amigos… ¡Sí, sí! Donde dije ‘digo’, digo ‘diego’. Pasamos por delante de una plaza, vio a gente arremolinada, niños, papás, abuelos, tías, primos y demás familia, en torno a no sé qué.

Resultado: dejó al coche en el parking más cercano, ató la correa a mi collar y salimos a la dichosa plaza. Aquello estaba 'atiborrao' de gente menuda, de papás, mamás y abuelos…Unos señores vestidos un poco raros, habían instalado una especie de cubos con un montón de aparatos del año catapún. Allí veías niños, jugando con aros, hablando uno por un tubo y otra escuchando por algo con forma de embudo, a través de una especie de cuerda que unía a los dos. Había otros chismes por los que se hablaba sin palabras, dando golpecitos en un extraño artilugio. Decían que hablaban en Morse, o sea casi como hablo yo con mis amigos, sin palabras. No les cuento toda la serie de cachivaches porque eran muchos.

Maldita la gracia que me hacía a mí pasearme por entre las piernas de aquella chavalería. Mi papá tirando de la correa porque quería sacar una foto y otra , yo tirando en dirección contraria , hacía unos jardincitos que eran gloria pura verlos, como diciendo: “Ven, Douce, huele…” Hummmm… ¡y cómo olían los malditos! En este forcejeo, de tú ‘pacá’, yo ‘pallá’, como no tenía el collar muy apretado, sacaba la cabeza, me iba a la hierba y dejaba a mi papá con la correa, el collar y la dichosa cámara en las manos. Menuda juerga me pasaba yo, porque mi papá estaba tan ensimismado en las dichosas fotos, que no se daba cuenta que yo andaba ya retozando en el verde, mientras él se quedaba como un panolis con collar y cuerda. Dos veces le hice la misma jugada. A la tercera, ya apretó el collar dos agujeros más, con lo cual ya no podía pasar mi cabecita.

Se me hizo larguísimo ese capricho de este Náufrago. Menos mal, que después de mirado y remirado, la 'Feria de los inventos¡, que así se llamaba el evento, pudimos dar un paseo por las jardines sin tanto tira y afloja. Y esta es la historia. Espero que nos deje un poco en paz con lo del 34 y Alfonso XIII, la paloma y el ‘franquismo’. ¡Bufffff…! ¡Qué respiro, oye! ¿Cuándo demonios, van a dejar de entonar la eterna canción? Ya han salido las banderas a la calle. Y a mí, ¡qué coño me importa! Verde, que te quiero verde…

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