Gracias a la vida…

UN PASEO DE DOUCE

Hoy, en nuestro segundo paseo matutino, mi papá me invitó a fijarme en algunos detalles en los que normalmente no reparo. Sencillamente, porque voy a lo mío, cuando paseo. Pero bueno, le hice caso, por la cuenta que me tiene. Me llevó primero a la jardinera donde habíamos depositado el nido del mirlo, por si el cantor hubiera podido aprovechar algo de lo que se había trajinado. Nada. Allí seguía, medio volcado por el viento. Pensé en él, en su trabajo, pero como buen animal, estoy segura de que no perdió ni un minuto en lamentarse y se habrá dedicado de nuevo a la tarea, sin ponerse de los nervios como hacen los humanos, cuando algo les sale mal. Se suben por las paredes y descargan en los demás su mal humor. Pero sigamos.

Dejamos el nido y me llevó hasta el olivo. Me indicó que me fijara en él. Yo, obediente, abrí bien mis dos ojazos, y sólo vi que estaba lleno de ramas y de hojas por todos los lados. Hasta abajo del tronco, en cuencos inverosímiles, le brotaban ramas y hojas. Las había de varias intensidades de verde. Bueno eso lo digo yo, que soy daltónica. Le pregunté qué tenía de raro que un árbol tuviera hojas. Me miró con cara de ‘autoridad’, como si él entendiera algo de botánica (no entiende ni papa) y dijo, poniéndose estupendo.

- Pues este olivo, Douce, ahí donde lo ves, exuberante, (tuve que coger el diccionario para adivinar lo que significaba el vocablo) hace dos años, le dábamos por muerto, iba perdiendo sus hojas y quedándose en cueros. Vinieron los jardineros municipales y lo podaron por completo, sólo le quedaban las ramas y el tronco, desnudo. Parecía un fantasma levantando sus brazos a los cielos de los árboles, reclamando un milagro. Y allí estaba él, joven, pletórico de vida.

Así, en este viaje hacia la vida, me fue enseñando otros árboles que también, unos meses atrás, les habían amputado sus brazos y se han pasado el invierno chupando frío, como si se hubieran muerto. Al parecer, la Vida trabajaba en silencio, esperando el momento de volver a aparecer. Fui descubriendo las hayas que iban, despacio, cubriéndose de hojas de distintos tonos y tamaños. Tenían ya algunas semiabiertas, otras, aún encapsuladas en sus capullos… Los más avispados eran los sauces. Ya sombrean el paseo por donde suelo caminar en mis garbeos. Cuando paso debajo de ellos, tengo la impresión de que me saludan con sus largos brazos que casi llegan hasta el suelo y me cantan una canción, más vieja que Matusalén , que un día me cantó el ‘antiguo’ de mi papá: “Pase misi, pase misá, por la puerta de Alcalá, los de adelante corren mucho, los de atrás se quedarán…” Y yo paso, toda ufana, agradeciéndoselo: “Merci, messieurs les Sauces”



Comentarios

Rocío González ha dicho que…
Querida Douce: me gusta como describes lo que ves, lo que sientes, tus dudas y criticas, claro que el ‘slide’ hace las delicias visuales que acompañan tus palabras.
Eres una perrita muy descriptiva y lo celebro, pues me llevas de la pata contigo por tus paseos, por tu concepción de la vida.
Y aunque ya te lo he dicho en otras ocasiones, insisto que el color rosa Barbie te va fenomenal jejeje

Amores de Ro
Douce ha dicho que…
Pues que quieres que te diga, Ro. A mí me gusta describir lo mejor que pueda las cosas que percibo, o me enseña mi papá.

Te agradezco mucho que me lo digas, porque me alienta a seguir contando las cosas sencillas que me pasan. La Vida nos rodea y de tanto verla, a veces no reparamos en esas pequeñas-grandes cosas.

¿Qué mejor lección para aprender lo que nos enseñan las plantas, los árboles, la paloma que esta mañana, apenas podía caminar y levantar el vuelo y cojeaba como podía, sin una queja, sin un mal gesto. Estoy encantada de ser un animal (con perdón de los humanos, humanos)

Yo también te envío mis cariños de perrita.

¡Felices Pascuas!
Campurriana ha dicho que…
Tengo una planta con flor que ha pasado todo tipo de desventuras y ahí sigue, dando lo mejor de sí misma y una alegría en esta primavera...parece que se está recuperando y vuelve de nuevo a enseñarnos un verde de vida, tan llamativo, tan hermoso...como el que mostráis en esta presentación...

Mientras haya vida, efectivamente, hay esperanza.

Felices sueños, navegantes de esta isla.
Sylvia Otero ha dicho que…
Tu relato y tus fotos me encantaron.

Gracias!

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