Un verano sin Sardinero

HUYENDO DEL MUNDANAL RUIDO

Llegado el verano, más o menos en el 15 de julio y el 15 de agosto, el Náufrago en la medida que puede, deja de frecuentar la zona más concurrida de esta ciudad de Santander, es decir las playas del Sardinero. Como buen Náufrago, es un tanto salvaje. Huye de las multitudes, las playas atestadas, las terrazas llenas, sin un sitio donde aparcar el coche y otras aglomeraciones que deja para turistas y ciudadanos a los que les gusta el bullicio y el jaleo. Para más ‘encanto’, este año han colocado en esa zona de la ciudad el recinto ferial, con lo que me imagino cómo estará el patio a las horas punta.

Menos mal que la ciudad y sus alrededores ofrece aún espacios maravillosos y vivibles, donde se puede respirar, pasear, bañarse, y disfrutar de ese don maravilloso que es el de sentirse un poco libre. De todas formas, y no se trata de hacer propaganda, Santander en verano es todavía vivible y habitable y este clima que a algunos les retrae, por si llueve, es una delicia para aquellos que buscan un verano fresco y con un amplio abanico de salidas, visitas en una variedad de amplia elección.

Y no es que el Náufrago haya nacido en esta hermosa tierra, ni el señor Revilla le haya regalado latas de anchoas, al módico precio de 20 euros unidad, tampoco se siente patriotero porque siempre se ha aclimatado a los distintos sitios en que le ha tocado vivir y son bastantes. Simplemente ama esta ciudad, estos paisajes que no se cansa nunca de admirar.

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