Nuevos dioses, nuevas religiones.

CR9

Decididamente nos hemos vuelto locos. No hay crisis, ni gripes, ni catástrofes, ni guerras que acaben con nosotros mientras tengamos nuevos 'ídolos' y 'becerros de oro (o euros) a los que adorar y rendir pleitesía. Ayer el ídolo apareció en carne mortal vestido de blanco, blanquísimo. Impoluto. Portaba pendientes en la oreja, pelo engominado, sonrisas de prestado que de vez en cuando se desdibujaban, temeroso quizá de tanto asombro.

Todo en el templo estaba preparado, repleto de fieles fervorosos, completamente entregados al nuevo dios del Éxito, del Dinero y el Espectáculo. El Gran Sacerdote dirigía la ceremonia y presentaba a sus fieles al nuevo mesías, al salvador, al enviado por los dioses del dinero y de la fama. En torno a él una cohorte que miraban anonadados, los ojos fijos en el Santo que haría los milagros que fueran necesarios para que los fieles olvidaran sus miserias, sus penurias, sus menesterosidades, su soledad y su nada. Nada de eso importaba, todo se olvidaba y se diluía mientras refulgiera la luz que despedía el salvador que los llevaría a la Gloria futbolística de los triunfos prometidos.

Entonces el Salvador subió al estrado. Intentó hablar pero la multitud, unánime, atronó el estadio. Al fin pudo habla y como broche a su elocuente homilía entonó el nuevo 'tedeum': "HALA, MADRID!" y la turba en pleno repitió, papanata, el himno de la gloria. Nada ha cambiado, las religiones se suceden, cambian sus formas, su liturgia, pero el fervor, la alienación, la entrega ciega, el consuelo que nos liberará de nuestra soledad y nuestra nada. El 'Enviado' y Salvador de los tiempos modernos tuvo su Lunes de gloria, de aclamaciones, de gritos y de llantos, los 'hosannas' del "¡Te queremos Ronaldo!". Los más fervorosos se abrieron paso entre la guardia pretoriana que le protegía, querían besarlo, abrazarlo, que sus dedos divinos le dejaran su huella, en un balón, en una camiseta...Alguna reliquia de él.

Procesionó en solitario por la alfombra del honor y la gloria repartiendo sonrisas de plástico, saludos, besos, hasta subir de nuevo al trono del estrado. Allí las altas jerarquías, la cohorte de amigos y privilegiados fueron uno a uno rindiéndole pleitesía, fusionándose en abrazos y saludos postizos. ¿Quién dijo que los dioses habían muerto?

Comentarios

Sylvia Otero ha dicho que…
La verdad que es increíble.

Hay veces que pienso que los que no tenemos ese tipo de dioses tal vez seamos los que estamos mal .. No sé ..

Un beso,
Julio ha dicho que…
Yo no echo en falta esos 'dioses',no me sirven.

Tampoco creo en el Dios que me enseñaron. A pesar de todo intento seguir viviendo. Y aprovecho la más pequeña flor, animal, emoción, cariño, sentimiento agradable, ayuda dada o recibida, sonrisa, beso, abrazo, para 'endiosarme' un poco.

Un beso 'endiosado'.

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