Nosotros nunca lo haríamos

LAS CRÓNICAS VERANIEGAS DE DOUCE

Acabo de leer esta noticia en los papeles:
“La crisis está aumentando el número de perros abandonados en las casas protectoras de Lleida. Una de ellas, a cargo de Lidia Argilés, ha asegurado que en ocho meses ha pasado de tener 200 canes a los 350 actuales (un 42% más) y atribuyó gran parte de este incremento a los perros que le dejan parejas jóvenes en las que uno o los dos han perdido el empleo y dejan de convivir juntos para volver cada uno a casa de sus padres. "La familia acoge al hijo o a la hija, pero no quiere quedarse al perro", ha explicado Lidia Argilés.” (El País)
Ya estamos de nuevo con la ‘canción del verano’. Y si fuera sólo del verano… Pero es que desgraciadamente se van convirtiendo en la ‘eterna canción’. Ya no sólo se dejan a los perros, porque ‘estorbamos’, también se dejan a los abuelos con las palabras más mendaces que alivien su mala conciencia, a los que les queda algo de eso: “Papá, ya verás qué bien vas a estar aquí. Estas chicas te van a tratar a cuerpo de rey, no te va a faltar de nada. El jaleo de la playa no es para ti, aquí estarás más tranquilo, a mesa puesta. Te llamaremos para ver qué tal estás. Además es muy poco tiempo. Luego volverás a casa”

- "Gracias, hija," responden los abuelos condescendientes, sintiéndose como un trasto que se deja porque estorba.

Si eso hacen con sus padres que ‘estorban’ y chafan las vacaciones, qué no se va a hacer con nosotros. Ni siquiera nos avisan. Nos meten en el coche, y en el primer sitio que encuentran adecuado, nos dicen: “Chiky, baja, vamos a hacer un pis”, o cualquier otra chorrada semejante. Y mientras Chiky, sale alborozado, retoza, explora el nuevo territorio, el padre (?) se sube de nuevo al volante y si te he conocido, no me acuerdo.Sólo Sara, la niña, llora a lágrima viva y pregunta sin entender nada: “¿Volveremos a buscar a Chiky?”…

Aquí no prefiero oír la respuesta del padre. No podría escribirlo, porque sólo al pensarlo, se me parte mi alma de perrita en mil pedazos. Me parece hasta vano, reproducir lo evidente, lo que es nuestro mandamiento más sagrado: “Nosotros no lo hacemos, ni nunca lo haremos”. Lean este poema de A. Gala, si les apetece. Lo cuenta mejor que yo:
****
"Yo no creo haber hecho nada malo esta mañana.
Me parecieron todos muy nerviosos.
Iban y venían por los pasillos, esquivándose unos a otros.
Ella le gritaba a la madre de él, y los dos niños, con las manos llenas de cosas,
entraban en el dormitorio de los padres, que yo tengo prohibido.
La pequeña, la más amiga mía, chocó contra mí dos o tres veces.
Yo le buscaba los ojos, porque es la mejor manera que tengo de entenderlos:
los ojos y las manos.
El resto del cuerpo ellos lo saben dominar y, si se lo proponen,
pueden engañarte y engañarse entre sí;
pero las manos y los ojos no.

Sin embargo, esta mañana mi pequeña ni me quería mirar.
Sólo después de ir detrás de ella mucho tiempo,
en aquel vaivén desacostumbrado, me dijo: "Drake, no me pongas nerviosa.
¿No ves que nos vamos de veraneo, y están los equipajes sin hacer?".
Pero no me tocó ni me miro.
Yo, para no molestar, me fui a mi rincón, me eché encima
de mi manta y me hice el dormido.
También a mi me ilusionaba el viaje.
Les había oído hablar días del mar y de la montaña.
No sabía con certeza qué habían elegido; pero comprendo que,
en las vacaciones, y más en estas, que son más largas que las otras dos,
mi pequeña podrá estar todo el día conmigo.
Y lo pasaremos muy bien, estemos donde estemos, siempre que sea juntos.
Tardaron tres horas en iniciar la marcha.

Fueron bajando las maletas al coche, los paquetes, la comida, que olía a gloria,
y los envoltorios del último momento.
Yo necesitaba correr de arriba abajo por la escalera pero me aguanté.
Cuando fueron a cerrar la puerta, eché de menos mi manta.
Entré en su busca; me senté sobre ella; pero el me llamó muy enfadado.
"¡Drake, venga!", y no tuve mas remedio que seguirlo.
Mientras bajaba, caí en la cuenta de que,
en el lugar al que fuéramos, habría otra manta.
Ellos siempre tienen razón.
Los tres mayores, mi pequeña, su hermano y yo.
Era difícil caber en aquel coche, tan cargado de bultos;
pero estábamos bien, tan apretados todos.

Yo me acurruqué en la parte de atrás, bajo los pies de los niños.
La madre de él se sentó en un extremo, que suele ser su sitio,
y todavía no se le habían olvidado las voces de ella, porque no decía nada,
solo miraba las calles y la luz, que era muy fuerte, a través del cristal.
Los niños se peleaban con cualquier pretexto esta mañana,
seguían muy nerviosos.
Yo sufrí sus patadas con tranquilidad, porque sabía que no iban a durar
y porque era el principio de las vacaciones.
Cuando de pronto, el niño le dio un coscorrón a mi pequeña,
yo le lamí en cambio las piernas con cariño,
pero ella me dio un manotazo, como si la culpa hubiera sido mía.
La miré para ver si sus ojos me decían lo contrario.
Ella, mi pequeña quiero decir, no me miraba.

Fue cuando ya habíamos perdido de vista la ciudad.
Él se echó a un lado y paró el coche.
Los de delante daban voces los dos, no se por qué discutían.
La madre de él no decía nada, ya antes había empezado a decir algo
y ella la cortó con muy malos modales.
Tampoco los niños decían nada.
Él bajó del coche y cerro de un portazo, le dio la vuelta,
abrió la puerta del lado de los niños, y me agarró por el collar.
Yo no entendí.
Quizá quería que hiciese pis, pero yo lo había hecho en un árbol
mientras cargaba y disponía los bultos.
Empujó con violencia la puerta, y volvió a sentarse al volante.

Oí el ruido del motor.
Alcé las manos hacia la ventanilla, me apoyé en el cristal,
detrás de él ví la cara de mi pequeña
con los ojos muy redondos,
le temblaban los labios.
Arrancó el coche y yo caí de bruces.
Corrí tras él, porque no se daban cuenta de que yo no estaba dentro,
pero aceleró tanto que tuve que detenerme
cuando ya el corazón se me salía por la boca.
Me aparté porque otro coche en dirección contraria casi me arrolla.
Me eché a un lado a esperar y a mirar,
porque estoy seguro de que volverán por mí.
Tanto miraba en la dirección de los desaparecidos que me distraje
y un coche negro no pudo evitar atropellarme.
No ha sido mucho, un golpe seco que me tiró a la cuneta.

Aquí estoy. No me puedo mover.
Primero porque espero que vuelvan a este mismo sitio en el que me dejaron,
segundo porque no consigo menear esta pata.
Quizá el golpe del coche negro aquél no fue tan poca cosa como creí.
Me duele la pata hasta cuando me la lamo.
Me duele todo.
Pronto vendrá mi pequeña y me acariciará y me mirará a los ojos.
Los ojos y las manos de mi pequeña, nunca serán capaces de engañarme.
Aquí estaré.
Si tuviese siquiera un poco de agua, hace tanto calor y tengo tanto sueño.
No me puedo dormir.
Tengo que estar despierto cuando lleguen.
Me siento más solo que nadie en este mundo.
Aquí estaré hasta que me recojan.
Ojalá vengan pronto.
ANTONIO GALA

Comentarios

María ha dicho que…
¡¡Hola Julio y Douce!!

¡¡¡Antes de irme a comer he pasado a veros y casi se me han quitado las ganas de comer al leeros!!!

Es verdad, que el ser humano es el más desagradecido de los seres de este mundo... Jamás entenderé de que está echa le gente que abandona a sus seres queridos, los maltrata e incluso les mata...¡¡Salvo que uno enloquezca, es lo más miserable!!
La familia el final es lo único que nos quedará siempre.
En la mía creo que ya os lo he contado, tengo tres perras dos mastines ALOIA y DAY y una española bretona JULY. La mayor de todas es Aloia y no quiero ni pensar el día que nos tenga que dejar... Por que Douce, ¡¡mira que vivís rápido vosotros!! creo que por cada año perruno, son como 7 humanos...
En fin, Douce, que tú como las mías sois de las afortunadas, pienso en esto para comer algo, que últimamente me estoy quedando como un pájaro de flacucha, a ver si por fin recupero en las vacaciones.

Mil besos chicos
Burro Romero ha dicho que…
XXI Estudio Anual del Abandono 2008:
Cada día se recogen 429 animales de compañía en España. Podéis leerlo aquí: http://www.fundacion-affinity.org/new/es/estudio_abandono.asp
Las estadísticas son frías, pero éstas le dejan a uno helado. Cada día se repite la historia que nos refiere Douce 429 veces.
Rebuznos apenados :(
Douce ha dicho que…
Hola, María

Por supuesto no era nuestra intención cortar el apetito a nadie, pero sí tratar de sensibilizar a las que se consideren 'personas' que los animales, cualesquiera que sean, tienen los mismos derechos que los humanos: no maltratarlos,ocuparnos de ellos si los hemos adoptado, devolverles el cariño que ellos nos brindan.

Y ya nada digo de las personas mayores o los que necesitan más que nadie nuestra atención.

Así que cuídate, recupera tu peso normal, y aprovecha las vacaciones para reponerte y descansar.

Cariños para para Aloia,Day y Yuli y besos para ti.
Douce ha dicho que…
Hola, Romero

Nos gusta siempre tener noticias vuestras. Además tú de estas cosas entiendes mucho. Lo has vivido y lo vives cada día.

Hemos leído el informe que nos indicas y hemos visto los textos y gráficos que hablan claro y muy alto.

A lo mejor otro día, lo difundimos desde esta isla.

Aprovecha el verano y dile a Iván que descanse un poquito, vosotros y él lo necesitáis.

Un guauu cariñoso
Sylvia Otero ha dicho que…
Hola Julio,

Es muy triste lo que contás sobre los humanos y también de los perros.

Por suerte pude ocuparme de mis padres hasta el final de sus vidas.

También tuve a mi perrita a quien extraño mucho y a la que tuve que dar por motivos de fuerza mayor. Estoy al tanto de cómo se encuentra ella en una casa adonde está feliz.

Jamás la habría dejado en cualquier sitio.

Hay veces que al dejarla en otra casa en la que estará mejor uno piensa más en el animal que en uno mismo.

Un beso,
Julio ha dicho que…
Buenas noches, Sylvia

Conozco la historia de Sanhty y sé que buscaste lo mejor para ella. Lo que me impulsó a escribir esta entrada iba por otros derroteros.Los que se desentienden de personas a las que tanto debemos o dejan abandonados a su suerte a estos seres que sólo saben dar cariño.

Besos para ti y para Santhita.

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