Consejos post vacacionales
Una de las cosas que peor se soporta a medida que te vas haciendo mayor es que el personal te sigua dando consejos sobre lo que debes o no debes hacer. Este afán de meterse en la vida de los demás, se acrecienta con cualquier cambio estacional, laboral, político, eclesiástico, o sin que se produzca ninguna de esas mutaciones. Nos gusta indicar a los demás que hagan lo que nosotros mismos nos saltamos a la torera.
Veamos un ejemplo. Recordarán que al iniciar las vacaciones, empezando por la DGT, siguiendo por los meteorólogos, los psicólogos, los podólogos, medicólogos y demás especialistólogos nos decían cómo teníamos que conducir-nos, cómo apagar barbacoas, cómo untarnos de cremas, como cerrar los grifos, las puertas, las ventanas, activar las alarmas, dejar a los ancianos en las residencias y mil consejos más. Muy preocupados todos por nuestras vidas, salud, seguridad, caldeamiento climático y psicológico.
Pues bien, a lo que íbamos, a la “rentrée”, que dicen los vecinos de arriba, o vuelta a la rutina diaria, ya andan por ahí todos esos cuervos revoloteando, dispuestos a lanzarse sobre nosotros nada más pisar el umbral de casa –los que hayan salido – antes de que deshagamos las maletas, colocado las sombrillas en el trastero, puesto en su sitio la jaula del pájaro. En cuantis se tumben en el sofá, enciendan la tele, u ojeen el periódico, ya habrá un señor con sombrero de copa señalándole con el dedo e increpándole “ Conmigo, por fin, APRENDERÁS INGLÉS” (No dice, ¡por cojones! Porque no es anglófilamente correcto, pero ese dedo acusador, no indica nada bueno).
Total, que el que vuelve ya cabreado porque mañana mismo tiene que volver a ver la jeta del jefe, a aguantar al pesado de Luis José, a oír por enésima vez las bromitas sin gracia de Ramón o las ‘aventuras veraniegas’ de Manolo, deberá añadir a este Richard Vaughan que le recuerda, por vigésima vez, que debe ponerse a darle al inglés si quiere aspirar a algo, o sea a nada. No sé por qué septiembre tiene que ser el mes de los idiomas, y empiecen las editoriales a sacar fascículos del almacén.
Luego le tocará el turno a los ‘psicólogos’ y a los presentadores de informativos y redactores radiofónicos que nos darán consejos para la ‘depresión post vacacional’. Porque por narices tienes que estar deprimido y si no lo estás, acabas deprimiéndote para no resultar raro.Y a fe, que acaban consiguiéndolo. Y si no son ellos, serán todos los Santos Centros Comerciales, empeñados en que compres los libros, lápices, cuadernos, uniformes, diccionarios, libros, zapatos, mochilas, y demás archiperres escolares y lo pagas en cómodos plazos, para empalmarlos con los plazos de Navidad, para continuar con los de Semana Santa, hasta los del verano y así la rueda no cese de girar.
Había dicho que no había que deprimirse por decreto, pero si les digo la verdad, este Náufrago que no tiene que volver al cole, ni comprar uniformes, ni mochilas, sólo al escribir y rememorar tan faustos acontecimientos, ya se está deprimiendo al leer los consejos, que también están ya convenientemente ‘empaquetados’ y dispuestos a la venta: “100 Consejos, para Vivir Mejor”. Cien, ni uno menos: “ Deje de fumar, duerma mejor, lleve una vida sana, ponga en forma su cuerpo... y su mente, afronte los cambios, enfréntese al día a día, domine la ira, aprenda a seducir, mejore su autoestima, busque el equilibrio, controle sus emociones, encuentre soluciones ..." Así, hasta 100. Sólo les falta, puestos a aconsejar, eso de ¡SEA FELIZ, COÑO!
El Náufrago no tiene consejos que dar. Así que ¡apáñenselas como puedan! Es lo que él se dice a sí mismo, y no acaba de hacerse caso.
Veamos un ejemplo. Recordarán que al iniciar las vacaciones, empezando por la DGT, siguiendo por los meteorólogos, los psicólogos, los podólogos, medicólogos y demás especialistólogos nos decían cómo teníamos que conducir-nos, cómo apagar barbacoas, cómo untarnos de cremas, como cerrar los grifos, las puertas, las ventanas, activar las alarmas, dejar a los ancianos en las residencias y mil consejos más. Muy preocupados todos por nuestras vidas, salud, seguridad, caldeamiento climático y psicológico.
Pues bien, a lo que íbamos, a la “rentrée”, que dicen los vecinos de arriba, o vuelta a la rutina diaria, ya andan por ahí todos esos cuervos revoloteando, dispuestos a lanzarse sobre nosotros nada más pisar el umbral de casa –los que hayan salido – antes de que deshagamos las maletas, colocado las sombrillas en el trastero, puesto en su sitio la jaula del pájaro. En cuantis se tumben en el sofá, enciendan la tele, u ojeen el periódico, ya habrá un señor con sombrero de copa señalándole con el dedo e increpándole “ Conmigo, por fin, APRENDERÁS INGLÉS” (No dice, ¡por cojones! Porque no es anglófilamente correcto, pero ese dedo acusador, no indica nada bueno).
Total, que el que vuelve ya cabreado porque mañana mismo tiene que volver a ver la jeta del jefe, a aguantar al pesado de Luis José, a oír por enésima vez las bromitas sin gracia de Ramón o las ‘aventuras veraniegas’ de Manolo, deberá añadir a este Richard Vaughan que le recuerda, por vigésima vez, que debe ponerse a darle al inglés si quiere aspirar a algo, o sea a nada. No sé por qué septiembre tiene que ser el mes de los idiomas, y empiecen las editoriales a sacar fascículos del almacén.
Luego le tocará el turno a los ‘psicólogos’ y a los presentadores de informativos y redactores radiofónicos que nos darán consejos para la ‘depresión post vacacional’. Porque por narices tienes que estar deprimido y si no lo estás, acabas deprimiéndote para no resultar raro.Y a fe, que acaban consiguiéndolo. Y si no son ellos, serán todos los Santos Centros Comerciales, empeñados en que compres los libros, lápices, cuadernos, uniformes, diccionarios, libros, zapatos, mochilas, y demás archiperres escolares y lo pagas en cómodos plazos, para empalmarlos con los plazos de Navidad, para continuar con los de Semana Santa, hasta los del verano y así la rueda no cese de girar.
Había dicho que no había que deprimirse por decreto, pero si les digo la verdad, este Náufrago que no tiene que volver al cole, ni comprar uniformes, ni mochilas, sólo al escribir y rememorar tan faustos acontecimientos, ya se está deprimiendo al leer los consejos, que también están ya convenientemente ‘empaquetados’ y dispuestos a la venta: “100 Consejos, para Vivir Mejor”. Cien, ni uno menos: “ Deje de fumar, duerma mejor, lleve una vida sana, ponga en forma su cuerpo... y su mente, afronte los cambios, enfréntese al día a día, domine la ira, aprenda a seducir, mejore su autoestima, busque el equilibrio, controle sus emociones, encuentre soluciones ..." Así, hasta 100. Sólo les falta, puestos a aconsejar, eso de ¡SEA FELIZ, COÑO!
El Náufrago no tiene consejos que dar. Así que ¡apáñenselas como puedan! Es lo que él se dice a sí mismo, y no acaba de hacerse caso.
Comentarios
Creo que el momento de lanzar el curso de inglés es el comercialmente más idóneo, pero no captáis el sentido comercial de la foto.
No se trata de aprender inglés para avanzar profesionalmente, no, se trata de que no se nos escape el puñetero verano que viene el/la guiri ese/a que no nos pudimos ligar por tener un inglés propio de las películas de Tarzán. No me refiero al inglés del Rey de los Monos, sino al de Chita.(este sí que es una "reina").
El verdadero pie de foto, antes de "fistrarlo" por lo políticamente correcto, era "Conmigo, por fin, ligarás en inglés" (y en Benidorm).
Rebuznando a gusto,
vuestro amigo Romero
Se nota que conoces a los/las guiris y a los ligones analfabetos. Las academias de idiomas y las editoriales, deberían contratarte para su departamento de Marketing.
Siii iu sunnn!
kisses and guauuus
me han gustado mucho las fotos de ti y de tus amigos.
Salís todos muy 'chulis' y ¡hay qué ver qué conversaciones os traéis.!
Recuerdos para todos los habitantes de "El refugio"