El Maestro y el Futuro imperfecto

Cuentan los cuentos antiguos que hubo una vez un reyezuelo que quería mantenerse a toda costa en su trono y fue a pedir consejo a un Maestro que vivía solo, en lo alto de una montaña. Allí, se pasaba las horas cultivando su huerto, su única fuente de subsistencia.

El reyezuelo, vanidoso, bastante pagado de sí mismo, subió hasta la casa donde moraba el Maestro.

- Maestro tengo miedo de que un rey vecino venga y quiera ocupar mi trono: ¿Qué tengo que hacer para evitarlo? He decidido repartir más de la mitad de los bienes de la corona entre mis súbditos para tenerlos contentos y me apoyen. ¿Crees que es una buena medida?

- Depende de lo que quieras hacer. Si lo que deseas es tener ‘súbditos’ que sientan la necesidad de depender de tus dádivas, repartir los dineros de la corona, puede dar resultados a corto plazo. Si lo que quieres es tener ciudadanos que colaboren contigo y no te odien secretamente por depender de tus bondades, quizá les debieras proporcionarles los medios para que ellos mismos se sintieran satisfechos con sus logros personales porque lo consideraran algo ‘suyo’, no prestado.

- No entiendo muy bien, dijo el reyezuelo, sólo interesado en cómo mantener su trono a cualquier precio. Lo que yo quiero es que me sean fieles y yo pueda hacer y deshacer a mi gusto. Además, son bastante perezosos y comodones, prefieren que se lo de todo hecho. A mí me gusta tenerlos así, cogidos por ciertas partes, para que no se me desmanden.

- Me parece muy bien y entiendo perfectamente que para mantener tus reales privilegios prefieras darles poco a poco el pescado que ‘necesiten’, antes que ayudarles a que aprendan a pescar. De esta manera se darían cuenta de que lo que tienen les pertenece y no necesitan agradecer nada a nadie

- Esa historia de la pesca ya me la sé. No me interesa. Además tú no tienes ni idea la cantidad de tiburones que andan por ahí sueltos. Se aprovecharían en su beneficio. Les robarían la caña y todos los aparejos y les dejarían con los despojos. Prefiero ser yo quien lo haga, así por lo menos sabrán a quién le deben lo que tienen.

- Entiendo, pero para ese viaje no hacía falta que te hubieras molestado en subir a preguntarme. Ahora, si me permites, voy a seguir plantado, mis hortalizas, mis patatas y mis tomates. Me gusta vivir del sudor de mi frente.

A mí no hace falta que me regales nada. Necesito bastante poco. Además, has de saber que ese dinero que ‘regalas’ es el fruto de lo que tus recaudadores nos roban de nuestras ganancias. No te auguro un buen porvenir, pero ya sé que a ti sólo te interesa el presente. Si acaso el futuro inmediato, pero ese tiempo en realidad tiene otro nombre: Futuro Imperfecto.

Comentarios

Entradas populares