La sombra iluminada (I)

Serían las 9 de la mañana de un sábado 8 de septiembre. Acababan de empezar las fiestas de la ciudad. A esas horas no paseaba demasiada gente por la calle. Apenas unos pocos viandantes y jóvenes rezagados, de regreso de una noche de música y copas. Algunos parecían espectros, vacilantes aún en sus pasos o formando grupos pequeños donde mantenían charlas incoherentes entre risas y abrazos como queriendo darse apoyo mutuamente. Otros caminaban algo más despiertos pensando en descansos más que urgentes.

Por una de las calles que convergen en la Plaza Mayor de la ciudad, punto de encuentro a estas horas de policías, camiones que recogen restos del concierto, basureros que adecentan las baldosas del ruido y de la fiesta, un ‘Forastero’ divisa a un hombre mayor que camina como una sombra algo encorvada con un largo bastón rozando las paredes de la calle. En un momento dado, al doblar una esquina su bastón busca los contenedores, el pie de la farola que le sirven ahora de referencia. Luego de nuevo el vacío. Con sus pies va sintiendo las baldosas que son ahora su única referencia. Busca la otra esquina, su bastón explora y no la encuentra. El ‘Forastero’ que ha salido a disfrutar de la calma de la mañana, observa la incertidumbre del hombre que hace zig zag en el suelo, para encontrar de nuevo la pared. Se acerca a él, le coge por el brazo para orientarle hacia la pared que le sirve de guía y referencia.

- “Póngame en la esquina de la Farmacia solamente”

Así lo hace el improvisado guía . Luego el ciego prosiguió su camino solo. Con su sombra infinita iluminada por un bastón, una pared, y su callejero interior. El forastero quedó durante minutos pensando, ¿Cómo un hombre que no ve nada, que su mundo es la sombra, reconoce la pared de la Farmacia. ?

  • (Continuará)

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