El hombre, su obra, su sombra
CUÁNDO , CÓMO Y DÓNDE
Este Náufrago pensaba dejar descansar a don Francisco Umbral (o Francisco Pérez Martínez) como subraya alguna ‘biógrafa’ – no autorizada –.Había dado por terminada la referencia al escritor y columnista expresando lo que le apetecía decir sobre él, su escritura, su despedida y lo que entorno de ella se ha producido. Pero parece ser que su memoria colea. “En la columna de Umbral” que le ha reservado su periódico, van por la sexta referencia que le dedican distintos escritores. La de hoy está firmada por Arcadi Espada. Se titula “Cuándo, cómo y dónde...” y va seguida de una alusión a doña Anna Caballé con quien no debe coincidir en algunas apreciaciones o en su manera de biografiar al escritor madrileño / vallisoletano.
Al parecer, la profesora Caballé ha dedicado una parte de su vida a ‘entomologizar’ el alma, más que la escritura, “del escritor burgués, el dandi, el quinqui vestido por Pierre Cardin”. Para ella, entre otras cosas, era un dato relevante por qué no respondía a preguntas tan importantes como “su segundo apellido, dónde había nacido, dónde estudió”. Tenía particular interés en subrayar que los registros civiles señalaban la el 11 de mayo de 1932 – y no de 1935, como proclamaba el escritor – como fecha de nacimiento. Datos todos ellos, como se ve, ‘importantísimos’ para cualquier necrófago literario.
Y son sobre todo estas ‘minucias importantísimas’ las que ha hecho sonar una campanilla en el interior del Náufrago. Ante tanto taxidermista, exegeta, radiólogos del alma, arúspices de entrañas, parásitos literarios que se alimentan de la vida de otros, haciendo de la supuesta crítica literaria o peculiar biografía, un juicio moral del escritor, o lo que es aún peor, aplicar criterios morales a lo escrito, algo rechinó dentro de él. La misma doctora se hace a sí misma esa pregunta, para pasársela por alto: “¿Hasta qué punto un biógrafo puede extraer conclusiones, elaborar un juicio moral del escritor, no tanto del hombre aunque él haya buscado siempre la confusión?”
Si la obra literaria de Umbral fuera su propio y particular psicoanálisis, su propia, particular e inconsciente o consentida terapia ¿ Qué tiene de ‘antiliterario’?. Considerarle bueno o mal escritor, es un problema diferente. ¿Cuántos escritores, poetas, creadores no han hecho de la escritura, la pintura, la creación en general, la destilación de su propia confusión interior? ¿Habría algún Baudelaire, Rimbaud, Van Gogh, Larra, Kafka, Pessoa, Unamuno, Greco, en el mundo de los creadores?
¿Es algo ‘literariamente’ criticable haber sido depositado en la Inclusa, conocer tarde a su madre, tratar de hacerse a sí mismo vertiéndose en su obra, aunque sea de columnista de periódico, sin pasar por una Universidad...? ¿Qué potestad otorga a los ‘profesores’, autores de tesis doctorales, directores de colecciones, o ‘biógrafos’, el hacer pinitos psicoanalíticos con la creación literaria, sea buena, regular o mediocre? Hay quien por haber trepado hasta una cátedra, se cree con credenciales para pontificar “Ex idem”. Y tan interiorizado tienen el personaje, que cuando hablan con algún compañero del ramo que le interroga:
Este Náufrago pensaba dejar descansar a don Francisco Umbral (o Francisco Pérez Martínez) como subraya alguna ‘biógrafa’ – no autorizada –.Había dado por terminada la referencia al escritor y columnista expresando lo que le apetecía decir sobre él, su escritura, su despedida y lo que entorno de ella se ha producido. Pero parece ser que su memoria colea. “En la columna de Umbral” que le ha reservado su periódico, van por la sexta referencia que le dedican distintos escritores. La de hoy está firmada por Arcadi Espada. Se titula “Cuándo, cómo y dónde...” y va seguida de una alusión a doña Anna Caballé con quien no debe coincidir en algunas apreciaciones o en su manera de biografiar al escritor madrileño / vallisoletano.Al parecer, la profesora Caballé ha dedicado una parte de su vida a ‘entomologizar’ el alma, más que la escritura, “del escritor burgués, el dandi, el quinqui vestido por Pierre Cardin”. Para ella, entre otras cosas, era un dato relevante por qué no respondía a preguntas tan importantes como “su segundo apellido, dónde había nacido, dónde estudió”. Tenía particular interés en subrayar que los registros civiles señalaban la el 11 de mayo de 1932 – y no de 1935, como proclamaba el escritor – como fecha de nacimiento. Datos todos ellos, como se ve, ‘importantísimos’ para cualquier necrófago literario.
Y son sobre todo estas ‘minucias importantísimas’ las que ha hecho sonar una campanilla en el interior del Náufrago. Ante tanto taxidermista, exegeta, radiólogos del alma, arúspices de entrañas, parásitos literarios que se alimentan de la vida de otros, haciendo de la supuesta crítica literaria o peculiar biografía, un juicio moral del escritor, o lo que es aún peor, aplicar criterios morales a lo escrito, algo rechinó dentro de él. La misma doctora se hace a sí misma esa pregunta, para pasársela por alto: “¿Hasta qué punto un biógrafo puede extraer conclusiones, elaborar un juicio moral del escritor, no tanto del hombre aunque él haya buscado siempre la confusión?”
Si la obra literaria de Umbral fuera su propio y particular psicoanálisis, su propia, particular e inconsciente o consentida terapia ¿ Qué tiene de ‘antiliterario’?. Considerarle bueno o mal escritor, es un problema diferente. ¿Cuántos escritores, poetas, creadores no han hecho de la escritura, la pintura, la creación en general, la destilación de su propia confusión interior? ¿Habría algún Baudelaire, Rimbaud, Van Gogh, Larra, Kafka, Pessoa, Unamuno, Greco, en el mundo de los creadores?
¿Es algo ‘literariamente’ criticable haber sido depositado en la Inclusa, conocer tarde a su madre, tratar de hacerse a sí mismo vertiéndose en su obra, aunque sea de columnista de periódico, sin pasar por una Universidad...? ¿Qué potestad otorga a los ‘profesores’, autores de tesis doctorales, directores de colecciones, o ‘biógrafos’, el hacer pinitos psicoanalíticos con la creación literaria, sea buena, regular o mediocre? Hay quien por haber trepado hasta una cátedra, se cree con credenciales para pontificar “Ex idem”. Y tan interiorizado tienen el personaje, que cuando hablan con algún compañero del ramo que le interroga:
- J. S.-¿En qué medida eso, el yo que al expresarse, al escribirse, se crea, es una ficción o es una tortuosa indagación que se plasma con las palabras?La respuesta es la reverente y académica distancia que aconseja el trato entre algunos colegas ‘universitarios’
- Anna Caballé: Gran pregunta, profesor Serna.Pues que quieren que les diga, me quedo con el ‘paciente’, a poca simpatía que le tuviera. No me interesaba tanto el ‘hombre’ como lo que supone su otro yo: su Obra. Y sin subirle a ningún altar, he de decir que su forma no me disgusta.
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