La vuelta al trabajo

Image hosting by PhotobucketNo creo que la vuelta al trabajo debiera suponer un problema, pero reconozco que no todos los trabajos son iguales. Hay trabajos rutinarios, aburridos, pero sobre todo hay ‘ambientes’ de trabajo poco propicios para sentirse a gusto. Hay trabajos mecánicos, poco creativos, como existe otro tipo de tareas que favorecen más el contacto humano, que se prestan a que pongamos en ellas más de nosotros mismos y de paso resulten satisfactorias.

Son muchos los factores que intervienen en un ambiente de trabajo saludable y enriquecedor , asunto éste que por supuesto no parece preocupar a muchas empresas, instituciones o cualesquiera que sean los agentes que manejan los hilos laborales. Quizá sean muy pocos los privilegiados que encuentren en su ocupación diaria una fuente de satisfacción personal.

Si juzgo por mi trabajo, diría que, en general, no soplan buenos vientos en el mundo de la enseñanza. Los medios de comunicación , las encuestas y, desgraciadamente, los hechos, dan fe del estrés que supone para buen número de profesores la tarea de enseñar a muchos que no quieren. Conozco esos ejemplos de cerca. Profesores que tienen que lidiar, sí , lidiar, con grupos nada propicios para hacer buenas ‘faenas’ y a pesar de su esfuerzo, su interés, no logran dar sus clases en un ambiente de tranquilidad, atención y aprovechamiento. Las causas son muchas y no es éste el lugar ni es el momento de citarlas . No obstante no quiero dramatizar, porque no toda la realidad escolar es como a veces se presenta, hay que decir que aún se puede encontrar un buen porcentaje de alumnos interesados o al menos sin ese afán de ‘protagonismo’ y hostigamiento constante que se nos ofrece en los ‘medios’.

Afortunadamente la asignatura que imparto no es obligatoria, es una opción que los alumnos eligen más o menos voluntariamente, porque también están la sugerencias de padres que se interesan por la educación de sus hijos y les indican la conveniencia del aprendizaje de un segundo idioma. Si digo esto es para indicar que los grupos a los que doy clase no son grupos ‘tipo’, sino grupos en cierto modo selectos, tanto en lo que se refiere al número como al interés por aprender de los alumnos. Por eso puedo decir que, en general, ‘disfruto’ en mis clases. Esta mañana al volver a clase me he encontrado con el calor de mis ‘niñas’, digo mis niñas porque en el primer grupo de esta mañana sólo había un chico, su ‘otro’ compañero estaba enfermo. He de decir que el grupo que le seguía no es ni tan homogéneo, ni tan acogedor y no creo que sea porque chicos y chicas estén mejor repartidos, sino simplemente porque basta que en una clase haya dos o tres ‘elementos’ – en abstracto – que por cualquier causa no encajen en el conjunto, para que se altere un poco el ‘producto’. Cada grupo tiene una vida propia y esto hace que tanto el que trata de dirigir y coordinar el grupo, como los propios componentes se sientan y trabajen más o menos a gusto, más o menos eficazmente.

Esta es la reflexión que se me ocurre a estas horas en que declina la tarde y uno hace el balance de una jornada que , a pesar de ser la de la vuelta al trabajo, ha dejado un buen sabor de boca. Y me apetecía dejar constancia de ello.
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"Me matan si no trabajo" (Nicolás Guillén / Daniel Viglietti)


Me matan si no trabajo,
y si trabajo me matan.
Siempre me matan, me matan, ay,
siempre me matan.

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NOTA DE DOUCE: Ahora que no me ve mi papá voy a aprovechar y poner una apostilla, o como se llame, a esta entrada. No había leído algo tan plúmbeo desde que mis antepasados contrajeran la rabia, o sea hace muchísimo tiempo. ¿Cómo se puede ser tan insulso, tan 'plano', escribiendo?. No hay nada en este artículo que tenga algo de originalidad, alguna chispa de gracia y la redacción no puede ser de lo más aséptico y anodino.

No es que yo presuma de escribir bien o ser original en lo que escribo, pero por lo menos no soy tan plasta.

Comentarios

Mrs Vane ha dicho que…
Yo recuerdo con más cariño las asignaturas en las que menos alumnos había, precisamente porque eran asignaturas voluntarias y el que estaba allí lo estaba porque quería. En el instituto, por ejemplo, yo también estudiaba francés y éramos muy pocos, por lo que se le sacaba más provecho a la clase y la profesora se sentía más cómoda. Con la clase de griego clásico pasaba lo mismo. Aquí éramos menos aún, pero el ambiente era tan agradable y familiar como el de francés.

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