¿Qué preguntan esos ojos?

Este es Carlos Alonso Palate, natural de Ambato, Ecuador, a dos horas y media de Quito. Hace cinco años dejó a su padre, recientemente fallecido, a su madre , invidente, y a su hermana y a su hermano. Luis, que también tiene problemas de vista, cogió el avión sin conocer aún la muerte de su hermano.

A Carlos le gustaba el deporte y en su país había jugado al fútbol en el Club Deportivo Nacional de Picaihua. "Era alegre, responsable, siempre mandaba dinero a Ecuador para su familia", dice su prima. Él era el sostén de su familia. Dependían de él, de su trabajo en una fábrica de plásticos en Valencia. S veces permanecía en la fábrica más de 12 horas, "quería sobresalir" , dice su primo Oswaldo.

A las 9 de la mañana del día 30 de diciembre dormía tapado por una manta en el parking de la T-4. Había viajado con un amigo desde Valencia para recoger a la esposa de éste. Allí le sorprendió la muerte. Una muerte que aún hay algunos que se niegan a condenar, cegados por no sé qué ideas, por qué fanatismos. No sé qué patria puede nacer de estos cadáveres inocentes, seguramente los nombrarán 'hijos predilectos' el día que icen su bandera.

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