Nos vamos a la playa

CUANDO CALIENTA EL SOL

By DOUCE

Pues qué quieren que les diga, para mí el Año Nuevo empieza el día en que este Náufrago me lleva a la playa. Y eso ha ocurrido hoy, 23 de mayo. No lo veía yo del todo claro. No me refiero al día, que amaneció clarísimo, sino más bien que el de la isla se decidiera a salir de su guarida a disfrutar del sol, del agua, del hermoso sol que nos iluminaba y una temperatura que pedía a gritos: “Salid seres sedentarios, acudid a mí –esto lo decía el mar que es un poco antiguo- y sumergíos en mis aguas, disfrutad de mis olas y de todas cuantas fermosuras toman el sol en mis playas”. No sé si él lo oía, pero yo, con mi femenina seducción, se lo susurré al oído, porque un poco antes, me había puesto pegas para no levantar el culo de su sede: que si era domingo, que si iba a haber mucha gente, que si la policía, que si a lo mejor mañana sería más adecuado... Un montón de excusas vanas.

Fue entonces cuando yo me puse flamenca, no puse mis patas en jarras porque no puedo, pero le dije muy clarito: “¿Pero es que piensas pasar toda tu vida leyendo, meditando y escribiendo en ese cacharro? ¡Levántate y anda, so vago!” Mencionar ese término y coger su bolsa, su bañador, sus aletas y su toalla fue todo uno. Y es que yo sé dónde tengo que apretarle las clavijas. Conozco sus puntos débiles. No hay cosa como eso para derrumbar torres más altas En un minuto estuvo listo y, retador, me dijo: “¿Vago yo?, aquí me tienes. Ponte tu correa y vámonos, vamos a la playa, calienta el sol”. Total, que el payo no se puso el sombrero pero salió.

Ni había tanta gente, ni se veía un policía por los aledaños, y sí una playa que nos acogió son sus rincones de siempre, algo más pequeñita a causa de la marea alta, pero con un agua cristalina, aunque un poco fría. Yo fui la primera en meterme en el agua, un poquito sólo, y luego el Náufrago se caló sus gafas y también se dio una zambullida, un poco en plan fanfarrón. Apenas estaban él y otro señor en el agua, pero le sentó muy bien el chapuzón a sus entumidos musculines. Salió como nuevo, según me comentó mientras se secaba. Me agradeció que le hubiera sacado de casa. Luego dimos un pequeño paseo por el parque cercano que estaba lleno de sillas, mesas, neveras, sombrillas como si estuviéramos en pleno verano. No digo estío que suena menos popular.

Así transcurrió la mañana. Por la tarde, en el paseo, me agradeció mucho que le hubiera llamado vago. Le había herido en su punto más débil.