El capricho

NACERÁN OTRAS FLORES

Hay que decir que de vez en cuando, el Náufrago es caprichoso. Los caprichos, para quien su ‘adultez’ les haya enseñado a ser ‘razonables’, son una especie de impulsos semi controlables pero se caracterizan por su deseo de inmediatez, y no se van hasta que no son realizados. El capricho de esta primera mañana de mayo, tenía relación con algo que había escrito esta mañana a propósito de la Fiesta del día.

Para satisfacer su capricho debía bajar al centro de la ciudad. Cogió el autobús, por miedo a que la ‘procesión laica’ del día le hiciera dar vueltas inverosímiles si cogía el coche. Bajó hacia el centro, hasta donde pudo. Llegados a un punto, también tuvo que desviarse para permitir que la manifestación del 1º de Mayo, siguiera su paseo.

El trayecto de la marcha estaba adornado con banderolas con las siglas CC.OO y U.G.T. Delante iba la plana mayor del sindicalismo regional, con unas grandes pancartas rojas apuntando verticalmente al cielo y el lema de la convocatoria sindical: “1º DE MAYO POR EL EMPLEO CON DERECHOS Y GARANTÍAS DE NUESTRAS PENSIONES”. Uno de los ‘cabecillas’, y lo dice simplemente porque iba en la cabeza, le hizo un signo de que se sumara a la marcha. El Náufrago reconoció a un antiguo compañero de trabajo, sindicalista de toda la vida, que era el que, sonriendo, le invitaba a sumarse a los manifestantes. No es el invitado, amigo de este tipo de 'procesiones', ni de ninguna otra. Sonriendo también, movió su índice a derecha e izquierda, como correspondía al caso, dándole a entender que no estaba por la labor. No obstante, el ‘invitador’, dejó por un momento la primera fila y se acercó a saludar al espectador. Intercambiaron unas breves palabras, se dieron la mano, y cada cual siguió su camino.

Se detuvo un momento a ver el desfile. La verdad es que no pareciera muy entusiasta. Tampoco se veían gestos de disgusto o protesta. La marcha, dividida en bloques, caminaba despacio, sin un grito. Tan sólo se oía el bronco sonido de un tambor y tres bombos que trataban de animar una marcha muy poco animada. Era como una especie de rito. No se sabe si los que ‘procesionaban’, solicitaban empelo y garantías de pensiones, eran ‘trabajadores’, ‘liberados’ o ‘parados’.

A pesar de este largo inciso, el Náufrago no había olvidado su ‘capricho’. Dejó tambores y timbales, dejó las pancartas y las banderolas y fue en busca de una floristería. Iba en busca de su ‘capricho’. Fue primero a una. Estaba cerrada. Preguntó a alguien por alguna otra floristería cercana y se lo indicaron. Llegó a la tienda y de entre flores de todas las especies y tamaños, salió una joven. El Náufrago le preguntó si tenían por casualidad ‘lirios del bosque’. La joven puso cara de extrañeza. Él le dio otro nombre, le indicó como era la flor, pero nada.

No fue demasiada la desolación del caprichoso, porque ya iba con la presunción de que por estas tierras hubiera ‘muguet’, ‘lirios del valle’. Era tan sólo un capricho para llevarlo a casa y fuera augurio de buenas sensaciones. Pero la búsqueda había dado sus frutos. Paralelas a la marcha que transitaba por el paseo, había una serie de ‘haimas’ celebrando, con alguna tardanza, la ‘Feria del Libro’. Se detuvo un rato, visitó las distintas casetas, dejó de lado los ‘bestsellers’ y compró un pequeño libro que seguramente le procurará muchos momentos de satisfacción y sosiego. La fortuna había llegado a casa

Comentarios

Entradas populares