Le Petit Nicolas

LO QUE EL TIEMPO NO SE LLEVÓ...

A veces, a mi papá le da por la vena tierna. En el fondo es un nostálgico empedernido. Recuerda su infancia, severa, pero en el fondo feliz. Su vida de verdad, no estaba en su casa, sino en la calle, en el colegio, sí, en el colegio, con sus amigos. En los salones jugando al billar y al ping pong, en las lecturas de libros y tebeos, muchos tebeos, que tenía que ocultar en sitios inverosímiles para que no los encontrara su padre, que quería que leyera cosas mas ‘sustanciales’. Ese lado infantil, aunque no lo reconozca, sigue existiendo en él. Lo digo yo que soy una perrita ‘psicológica’, y en cuestiones de éstas, ‘guipo’ bastante bien.

El estreno en España de la versión cinematográfica de "Le petit Nicolas", ha removido un poco ese fondo infantil que sigue viviendo en él. Fue primero lector de los libros de Goscinny, guionista también de las aventuras del galo Astérix, y del ilustrador Sempé. Más tarde descubrió a sus alumnos esta historia colegial donde bullía todo un mundo de los niños de aquellos años. Niños empollones como Agnan, glotones, como Alceste, traviesos e ingenuos a la vez, como Nicolas, vagos como Clotaire, matones, dentro de los límites de la época, como Eudes, hijos de papá como Geoffroy, artistas de las canicas como Joachim, y algunos con vocación definida, como Rufus y su silbato. En cada uno de ellos, podía reconocer a algunos de sus compañeros y reconocerse a sí mismo, aunque no quiere decir de quién se siente más cercano.


Los libros del Petit Nicolas, han sido una vía de contacto con sus alumnos , muchos años después, que aún saboreaban este mundo escolar donde la maestra tenían a sus enchufados, donde los ‘vigilantes’ eran severos y recibían motes, los directores que cuando entraban en el aula hacían poner de pié como un resorte a toda la clase, hasta que la maestra mandaba: ‘¡Sentarse!’. Otros tiempos, otras costumbres, que han evolucionado con los años. El libro, de todos modos, no ha perdido su actualidad y sus alumnas que ahora superan los cincuenta, los sesenta y algunos más ,también siguen disfrutando cuando Alceste grita al Bouillon (vigilante y antiguo suboficial de artillería) por haberle pisado su tostada con mermelada:

-“¡Maldita sea! ¿No puede mirar donde pone sus pies? Con la comida no se juega”.

Este mundo ingenuo, un poco caricaturesco, pero gracioso, crea un ámbito muy particular, donde las maestras son simpáticas, los directores menos fieros que como los pintan, y unos niños, compañeros, aunque a veces se peleen, pronto se reconcilian. Un mundo que a lo mejor existió, o creímos que existía. Quizá la película, sea demasiada tierna para los tiempos que corren.


Llegados a este punto, ya no sé si soy yo, Douce, o si el Náufrago se ha metido donde no le llamaban. De todas las maneras aquí quedan unas imágenes, unos vídeos y para los habitantes de esta isla, algo más.



En las direcciones que figuran aquí abajo, pueden ver más detalles si el asunto les interesa.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Rufus, sin duda
Douce ha dicho que…
Anónimo,

Mi papá iba a hacer un chiste fácil... Luego se ha arrepentido.

Pero no era en Rufus en quien pensaba. A mí sí me ha dicho en quién/quiénes pensaba, pero no va a decirlo.
Anónimo ha dicho que…
Rufus, c'etait moi.

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