Entre calas y hortensias

MIS PASEOS
By DOUCE

Ahora que la primavera, por fin, parece que trata de alterar la sangre a mi papá, aunque no se sabe si es por la estación, o que simplemente anda el patio nacional un tanto revuelto, me baja al jardín para distendernos. En realidad quien necesita distensión y sosiego es él, porque yo estoy la mar de tranquila, como casi siempre. En estas ‘jardinadas’, cada cual nos dedicamos a lo nuestro. Mientras él observa las plantas y animales, yo me dedico a hacer exploraciones y otros menesteres. Me gusta meterme por entre las hortensias que ofrecen unos ‘rinches’ estupendos por donde me escondo, hurgo con mis patas y me lleno de olores húmedos que me encantan. Luego zascandileo por entre las, calas, los lirios, los rosales y los geranios y me lo paso chachi.

De vez en cuando, doy señales de vida, me acerco a él que, cámara en mano, observa con minuciosidad de botánico de pacotilla, el mundo que cabe en el cáliz de las calas. “Mira, Douce, tus amigos no necesitan apuntarse al INEM, ni andar buscando por ahí trabajo. Tienen pleno empleo” Y me explica que la cala, como es ‘autónoma’, tiene negocio propio y ofrece empleo a arañas, abejas, moscas, hormigas que trabajan sin descanso, sin tomar café, ni bocadillo. La más mandona es una araña muy especial. Nunca había visto una araña blanca. mimetizada con el color que la corola del rizoma. Piensa que si se viste con ese ‘mono’ es para despistar al personal y no la tengan miedo. Ayer encontró a la abeja muerta y se teme que la astuta de ella, no quería ese tipo de competidores. Además, en su observación socio-botánico se ha dado cuenta de que el arácnido es bastante suspicaz, porque en cuanto ve que la cámara se acerca, sale del cáliz de la planta y se desliza por un hilo ‘invisible’ como avezada escaladora.

Como ven, ahora le da por observar, las horas muertas, una margarita, las camelias que se van deshojando, las rosas que ya apuntan, los mirlos y gorriones que buscan entre la hierba su sustento, el vuelo de las gaviotas que cada día se vuelven más urbanas y últimamente los vencejos que han sido los últimos en incorporarse. La verdad es que yo no suelo mirar para arriba cuando vuelan, me contento con asustar a las palomas, perseguir a algún gato, aunque con bastante recelo y cuando a veces, como hoy, ando un poco empachada por glotona, selecciono en el herbolario la hierba que más me conviene. Yo no hago ningún asco a estas exploraciones y finjo como que colaboro, pero en realidad me dedico a lo mío. La verdad es que a los dos, nos viene de perillas., (he dicho 'perillas', no somos de Gürtel) Él, el urbanita, resulta que ahora se ha dado cuenta que hay todo un mundo del que aprender muchas cosas y olvidarse de esos ‘pelmas’. (Yo sé a quién me refiero y por ahora les dejaré tranquilos).

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