Robert Doisneau

CAZADOR DE INSTANTES

Más de una vez, nos hemos preguntado ¿Qué es la vida? ¿Dónde se encuentra la vida? ¿A qué sabe la vida? Y, seguramente, cada cual siente momentos ‘vitales’ de las más distintas formas. Cada uno debe tener su forma de ‘sentir la vida’ y no lo podemos definir, ‘poner límites’, que es lo que indica ‘definir’, dentro de qué fronteras podemos saborear la vida. Lo importante es ‘sentirlo’, disfrutar sin que la consciencia intervenga, tan sólo la emoción, tan sólo la vivencia de un instante.

A veces esos trozos de ‘vida’, fueron captados por unos ojos curiosos, unos ojos capaces de extraer de todo lo que le rodeaba un ‘instante’, tan sólo unos segundos que eran vida y sintió que era el momento justo de apretar el botón y dejarlo eternizado en una placa, para que, muchos años después, pudieran ser revividos por millones de ojos. En este momento ya no sólo se percibía la sensación apresada, sino también el arte, la precisión, la luz, el encuadre, con que unos ojos sabios y una emoción, optaron para hacerlo perenne, no sólo para él, si no para los que le tomaran el relevo. Así podrían saber cómo eran los niños, los besos, las miradas, las calles, los cafés de hace decenas, centenas de años, la vida en la calle, en la escuela, en un parque, en una playa, o en el más oscuro taller donde los hombres trabajaban.

En eso se ha entretenido y vivido un Náufrago, un dos de mayo, que dentro de algunos años, será un ‘momento vivido’, hace muchos años, sin que haya nadie que se acuerde de ese momento.

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