¡Al habla!

EL REGADOR, REGADO

Seguramente, más de una vez, a una hora intempestiva, le habrán llamado por teléfono, y una voz con acento marino, decidida y cantarina, le ha hecho propuestas, si no deshonestas, alogo parecidas. Ante esa cantinela que suena a ‘déjà vu ou entendu’, pueden surgir diferentes reacciones. La confiada e inexperta que escucha pacientemente la monserga y, a lo mejor, hasta pica. Raro, pero posible. También hay quien, harto ya de estar harto de aguantar la misma retahíla, coge y cuelga, después del consiguiente: “¡Ya está bien! ¿Por qué no se callan de una vez? Estoy comiendo.

Existe también la reacción que con un poco de paciencia y buen humor, decide cambiar las tornas y disfrutar de un gozo maligno. Invierte los papeles y en lugar de ‘regado’ de promesas, coge la manguera y la enchufa hacia la ‘regadora’ o el ‘regador’ de turno. No es lo más frecuente, pero sentirse dueño de la manguera y del poder, concede una autoridad especial para chorrear a quien trata de venderte la burra. Es un placer de una delicia infinita, hasta que desde el otro lado suena el pi, pi, pi… de la derrota.

Si no, oigan y pruébenlo. Es una recomendación de amigo


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