Va por ti, José Antonio Garmendia *

Me estoy dando cuenta de que disponer de tiempo y sentir ganas de emplearlo es una de las mejores ‘pensiones’ que puede tener un jubilado. Nunca más apropiado lo de “el tiempo es oro” para con él poder comprar cantidad de pequeños placeres que sólo el tiempo nos puede proporcionar.

Por ejemplo, poder ojear la prensa con calma, saltar todas las páginas donde hablan los políticos o se habla de ellos. Hacer caso omiso de las páginas de economía porque no entenderías ni papa, de los deportes, leer los titulares y con lo que queda de tiempo poder leer despacio las páginas de cultura, de libros, de espectáculos y los toques de humor si los hubiere.

Hoy, mientras ojeaba la prensa me sorprendió un titular: “José Antonio Garmendia. Genial retratista del costumbrismo sevillano”. Ese apellido me sonaba, me sonaba su voz densa y pausada ,con ese deje andaluz que me embrujaba cuando recitaba versos, contaba anécdotas con la parsimonia , el humor que se distancia de los hechos para acercarnos a las personas. Siempre había dejado de lado lo que estuviera haciendo para escuchar sus sabrosos diálogos con Carlos Herrera - Herrera, Carlos - en sus entretenidas ‘Horas’.

No le conocía de más. Hoy al leer el obituario que Francisco Robles le dedica, he sentido una pena suave porque entendía que un hombre ‘así’, como yo me lo imaginaba, le habrá dicho algo así a la muerte:

-“Pasa, joía, que te estaba esperando”.

Luego , gracias a Internet , he completado el retrato de este hombre polifacético: químico, periodista, atleta en sus tiempos mozos, dibujante, costumbrista, gastrónomo, sevillano ante todo, con todo lo que ello implica. He visto sus dibujos, he releído sus anécdotas, me he enterado del montón de libros que nos ha dejado. Y prometo volver a revivir con él, sentarme al lado de su infinita barba y oírle contar sus anécdotas con ese gracejo y pausa irrepetibles. Luego, cual otro sevillano, dejar su autorretrato en forma de soneto:
«Nací en Sevilla; mi apellido es vasco.
Vasca mi sangre, vasca mi figura.
Temo a la gente, la cordial me apura.
La palmada en la espalda me da asco.

La hembra me enerva; le doy bien al frasco.
Soy tímido a la vez que caradura.
De cuanto di, jamás pasé factura.
Cuando me pica la ilusión me arrasco.

Creo en Dios. Uso barba, como Cristo.
Como Judas también, como el demonio.
Me gusta el mundo y me horroriza el mundo.

Soy uno más. Me canso, luego existo.
Adoro a mi mujer, me llamo Antonio,
y me muero segundo tras segundo.»

He releído algunas de sus frases y sus anécdotas recogidas por su amigo y colega Antonio Burgos:

  • «A los pobres nos resultará muy difícil hacernos oír, mientras las estadísticas demuestren que no existimos»
  • «Año nuevo, muerte nueva»
  • «Perdón, Dios mío, pero llevo siempre tanto dinero en la cartera que apenas me noto los golpes de pecho» (Cualquier ricachón con la cartera llena de sablazos)
  • «Este árbitro no tiene perdón de Dios» (Un cura oyendo la radio desde el confesonario)
  • O las damas hipócritas que «hacen caridad porque no saben hacer punto»
O, después de un viaje a Nueva York:
- ¿Qué te ha gustado más de Nueva York, Antonio?
- ¿Que qué me ha gustado más de Nueva York? ¡Venirme pá Sevilla!
Estos son los personajes que nos ayudan y enseñan a vivir. Gracias, Antonio , o gracias a la VOZ que me llenó de ti varias mañanas.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Qué pena leer sobre la muerte de Jose Antonio Garmendia, a quien daba gusto escuchar en el programa del Herrera con las músicas de fondo tan bien escogidas. No le había visto nunca físicamente pero la imagen mental que me hice de él se corresponde con la que tenía.
Nuevamente, qué pena leer que ha muerto...
Anónimo ha dicho que…
Hombres así te reconcilian con la VIDA. Nos queda aún el timbre de su voz, su humor, su bonhomía.

Nos hemos 'alimentado' de él y nos seguiremos nutriendo de su humanidad cada vez que le recordemos.

Los hombres y las mujeres que dejan algún 'poso' nunca se nos mueren del todo.

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