Ayer, hoy.

1969, una tarde abril. Una piscina interior de un complejo turístico en una ciudad levítica, de imponentes catedrales, sembrada de conventos, casas y palacios renacentistas, portadas platerescas, beatas, guardias, rosarios y novenas... Sobre las gradas de la piscina una joven pareja comenta cosas de no gran trascendencia mientras unos pocos bañistas abrileños, trazan sendas de peces invisibles a lo largo de las calles bordeadas de corcheras. La joven se sienta sobre las rodillas temblorosas del muchacho y siguen charlando en una charla íntima , más bien pudorosa, como corresponde a la época, a la ciudad, y al decoro reinante.

Súbitamente , el ‘bañista policía’, el ‘bañista juez’, el bañista guardián de la ‘moral’ pública, con el aire severo, superior, vengador, con que todo siervo de la leyes imperantes recrimina a la pareja la INDECENCIA que están perpetrando en un sitio ‘público’, ante el escándalo de un público que para nada está contemplando nada, sino es él, capataz servil de la ‘Leyes’.

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2007, una mañana de abril. El borde de un ventanal de una tienda a ras de la acera, una tibia mañana abrileña, en una ciudad del norte, de playas y montañas, paseantes y turistas, gente despreocupada que va y viene ... Sentados en el eventual banco, una pareja de estudiantes se ha ‘fumado’ la última clase y charlan animados de cosas intrascendentes. El chico sostiene sobre sus rodillas a la joven, rubia, sonriente, de ojos claros, mientras que la joven juega con el collar que cuelga del cuello del muchacho.

Despacio, con precaución, para no romper el encanto ingenuo del momento, se acerca un hombre mayor y sonriendo esboza un: “Perdonad que interrumpa”. Y dirigiéndose a la chica, alumna del año anterior, le invita a una pequeña fiesta que hará al día siguiente. “Díselo a los compañeros del año pasado. Os espero”

Es su última clase y le gustaría que se sumaran a la fiesta que prepara. Mientras se aleja, vueñve la mirada de su memoria a las gradas de una piscina, y ve nítidamente a una chica francesa , a un joven y a un guardián severo de la moral pública.

Y piensa en las estúpidas 'normas' que aherrojan a los hombres.

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