Problemas de convivencia

By DOUCE

Por fin, mi papá ha encontrado un hueco en eso que él llama sus ‘múltiples ocupaciones’ y se ha dignado llevarme a la playa. Bueno, llamar playa a los 8 metros cuadrados de arena que dejan libres las rocas cuando la marea está alta es como llamar 'piso' a los 30 metros cuadrados de doña Mª Antonia Trujillo.

Y así es, nuestra 'caluca'- llamémosla por su nombre - en esta época del año, no es más que un roquedal deshuesado, con pequeños espacios de arena, además mojada.En ese exiguo espacio tenemos que convivir mi papá y yo, como pareja de hecho que somos, al amparo de las leyes vigentes. Y ya se sabe que el espacio es uno de los elementos importantes para una sosegada convivencia, aunque esta teoría podía venirse abajo a nada que observáramos a una pareja, -joven-jóvena, que estaba enfrente de nosotros, en un espacio más menguado y al parecer lo agradecían, pues al no haber el espacio suficiente entre los dos, se lo 'montaban' a su modo.

Pero dejemos envidias ajenas y vayamos a lo que iba: nuestra convivencia. Resulta que si a mí me lleva a la playa es para eso, poder ‘explayarme’, es decir revolcarme en la arena, hacer hoyos donde esconder mi pelota para ponerle a salvo de los posibles depredadores, meterme en el agua para ir a la caza y captura de un pato que se ha escapado del estanque vecino y al salir del agua secarme, dando rápidos meneos a mi cuerpo. Es decir todo lo que la sabiduría de miles de años ha depositado en mis genes. Pero parece ser que mis genes no ‘congenian’ con los suyos, o con las ‘comodidades’ que él busca.

Resulta que él extiende la toalla para leer su periódico y al parecer yo molesto si al hacer mis pozos le echo toda la arena en su periódico y su toalla. Entonces me grita:

- “¡¡Pero Douce!! ¿No puedes escarbar para otro lado?.

Yo le miro y le digo:

-“ ¿Pero qué quieres que haga con la arena, que me la trague?” Todo el trabajador que excava tiene que tener un sitio dónde poner la arena sobrante.

Pues él, nada. No entiende mis necesidades vitales, y eso en una convivencia de pareja es esencial. Conocer y respetar las necesidades del otro. Reconocer que necesita su ‘espacio’ para satisfacer sus expansiones vitales. Pues no termina ahí la cosa. Él, antes de venir a la playa, ha pasado por la tienda correspondiente y se ha provisto de su bocadillo de jamón, bebida incluida. Me parece muy bien que tome su pequeño refrigerio en la playa si le place, pero lo que es una provocación en la vida de pareja es que no tenga la delicadeza de pensar que también la otra ‘persona’ tiene sus propios apetitos.

¿Delicadeza? ¿Pensar en el ‘otro’? Parece que son cosas que no pasan por la cabeza de este ‘egoísta’ que tan sólo contempla sus conveniencias. Y ahí me tienen ahí, durante diez minutos viendo cómo él da cuenta del jamón y la coca-cola light, sin una mísera ración de algo para mí. Si me acerco un poco más y pongo mis patas mojadas en su toalla, oigo de nuevo el:

- “¡¡Douce, mi toalla!!”

-“¿Y la mía, qué? ¿Y mi bocata, dónde? ¿Acaso yo me alimento del aire?

Y para taparme la boca me da el último currusco de su bocadillo. Me estoy planteando la separación amistosa. Con egoístas así no se puede convivir.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Me parece que no te conviene esa separación, mona.
No sé si será por la "dieta de curruscos" a la que te somete, pero cada día estás más guapa, Douce.
Así que, piénsatelo un poco, anda.
Anónimo ha dicho que…
Como fémina me gusta que me piropeen y me llamen guapa. Además , modestias aparte, creo que lo soy, pero te advierto que es que yo me lo curro.

Buenas comidas (estoy al loro siempre), descanso reparador, ejercicio físico y buen humor. Nada de "estiticiennes", ni gaitas.

Tengo a los perritos que suspiran por mis huesitos:-)

Gracias mona por los consejos.

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